Le alcanzó a Trinidad con la embestida final para terminar salvando el invicto. No le alcanzó el corazón a Alianza para aguantar un resultado trascendental para su presente. Así, como al principio, en el clásico sanjuanino de la octava fecha del Argentino B, se quedó sin dueño y con el arbitraje de Rubén Riveros marcado por la polémica, fundamentalmente del lado de Trinidad. Fue partido intenso, caliente. Emotivo hasta el instante final. Con pasajes cambiantes, con una muy buena apuesta en el comienzo del León, jugando, triangulando, llegando. Con la enorme personalidad de todo Alianza para emparejar, meter y correr. Salió un mano a mano caliente, intenso, pero sin dueño.
El arranque de Trinidad fue deslumbrante. Se juntaron Burgo y Molina, manejaron la pelota y con la velocidad de Paratore desnudaron errores defensivos en Alianza. Tanto, que a los 30 segundos, Burgo tiró al gol y Rubén Ceballos, con su espalda, sacó al corner. Era todo del León. Pelota, opciones y llegadas. Fueron 10 minutos infernales de Trinidad pero para sus males no los tradujo en gol. Alianza empezó a hacer pie a partir del laburo de sus dos volante centrales y de la enorme actitud de Galán para complicar arriba. Así, el de Santa Lucía emparejó el trámite, llevando a Trinidad al juego que menos le convenía: el del roce. En esa, Alianza ganó por goleada. A los 26′ llegó la primera polémica de la tarde cuando a Burgo le dio la pelota en el codo derecho en un corner que intentó despejar en el primer palo y el árbitro Riveros marcó penal. Lo protestaron a muerte pero Galán no se inmutó y a los 27′ con un toque suave a la derecha de Lavorante puso a Alianza arriba.
La respuesta de Trinidad fue inmediata y también dio para la polémica cuando Muñoz cerró muy jugado contra Paratore en el área Lechuza. Pidieron penal, pero Riveros -apoyado en su asistente- no lo vio así.
En la segunda parte, la apuesta de Trinidad fue más ofensiva aún porque defendió con tres y jugó con dos enganches. No le encontró la vuelta al planteo que le propuso Alianza, que juntó muy bien sus dos líneas de cuatro y defendió todo. Así, la lucha de Trinidad fue también contra el tiempo. Llegó el León con peligro a través de Burgo, después con Sánchez y más tarde con Silvio Molina. No quería entrar y parecía que Alianza se lo bancaba pero llegó el minuto 41, la asistencia de Molina milimétrica para Gigena y la definición sutil del Gato para poner el clásico 1-1, en medio de una calentura que se desbordó al final cuando Riveros marcó el cierre.
