Al ingresar a la Peatonal por Rivadavia, jóvenes y adultos de ambos sexos bajan la velocidad de sus pasos. Muchos se detienen delante de mantas con artesanías hechas en piedras, macramé, alpaca, madera, hilo entre otros materiales. Junto a innumerables pequeños objetos están en plena tarea creativa tres artesanos: Ariel Domínguez, Roberto Soria y Claudio Montaño.

Ariel prepara sus artesanías de plata, alpaca y piedras semipreciosas con las que hace pulseras, collares, gargantillas, entre otras. Todo para exhibirlas a la consideración del público. El hombre heredó el amor por las artesanías desde la cuna, ya que sus abuelos y padres hacían esta tarea. Nació en Tierra del Fuego y en uno de esos viajes llegó a San Juan allá por el año 2000. "Me atrapó la provincia, porque es muy linda, tanto su clima, como la gente, la cultura, sus edificaciones, en especial las de adobe en el campo’.

Los artesanos le toman el pulso a la ciudad y Ariel se anima a definir al sanjuanino como "un bohemio. No anda apurado, usa la peatonal y no tanto sus veredas como en otros lugares. Aprecia el trabajo que hacemos porque es muy respetuoso. Además es romántico. El hombre sanjuanino es romántico y compra artesanías para regalar a su novia, esposa, amigas. Mientras que la mujer también compra para regalar y para ella. En general, tanto el hombre como la mujer sanjuanina son románticos’, define.

Ariel es casado y tiene una nena de cinco años, otra de tres y un varón de dos. Con la vida de artesano dice que se vive de una manera austera, no hay para derrochar, pero agradecido por el trabajo artesanal que puede hacer con la habilidad de sus manos.

Por su parte, Roberto es un sanjuanino que se dedicó a esta tarea por la libertad de horario que ofrece y por su vocación de crear. En otro tiempo trabajó en la uva y en fábricas. El joven, con casi cuatro años de estar casi todos los días en el paseo, nota menos movimiento durante la estación invernal, a diferencia del verano que el público se queda paseando hasta después del cierre del comercio. Como el muchacho vende mucha bijouterie, la mayoría de sus clientes son mujeres de todas las edades. "El hecho de que la gente mire los trabajos que hacemos nos motiva a ser cada vez más creativos al momento de hacer las artesanías, porque tenemos también clientes fijos que siempre compran algo para regalar.

Por su parte Claudio, desde adolescente se interesó por las artesanías, en especial el macramé. Además toca la guitarra como hobby, aunque esto no lo despliega en la peatonal. "Me gusta todo lo que pueda crear. Se trata de algo muy lindo el poder expresarse, además de notar que a la gente le gusta.

"Por suerte el público me conoce por el tiempo que estoy aquí y sabe que yo y los chicos nos esmeramos mucho en esta tarea’, comenta.