Por el trauma que les genera tener que revivir en carne propia el horror de las torturas y hasta el temor por sus vidas que generó la dictadura militar, en el megajuicio por delitos de lesa humanidad que lleva adelante el Tribunal Oral Federal en San Juan hay un equipo de psicólogos que asesora a las víctimas para poder superar la experiencia. Es que el relatar ante los jueces los hechos, y ante la mirada de quienes están acusados de haber sido sus captores, suele ser una vivencia a la que no todos están preparados.
El equipo de psicólogos está coordinado por Luis Alberto Azócar, un profesional que empezó a estudiar en Córdoba, pero que tras el golpe tuvo que venirse a San Juan por su militancia política y terminó su preparación en la Católica. Junto a él trabajan su esposa, María Luisa Sartori, el profesor en Psicología social Marcelo Rodríguez, y el cuarto es Fernando Martínez, quien aunque no es psicólogo, tiene la experiencia dada por ser hijo de desaparecidos y dirigente de la Agrupación Hijos.
Forman parte del Programa de acompañamiento a testigos-víctimas del terrorismo de Estado en San Juan, que fue presentado ante las autoridades del Ministerio de Salud de la provincia, pero que todavía no fue aprobado, según confirmó el subsecretario de Derechos Humanos, Hugo Zalazar. Por ese motivo, todavía todos trabajan ad honoren y por el solo hecho de colaborar con las víctimas de la represión en San Juan.
Según Azócar, la tarea comienza a veces días antes y en otras ocasiones en los momentos previos a la declaración testimonial ante el Tribunal Oral Federal. “Nuestra tarea es darles confianza, seguridad y que su testimonio salga de la mejor manera posible”, dijo Azócar. “Nosotros ayudamos a que las palabras salgan en forma fluida”, agregó.
Una situación que no es fácil porque para algunos significa revivir momentos muy dolorosos en los que fueron torturados, vejados y hasta simularon matarlos para infundirles terror y que revelaran datos o hasta que delataran a sus amigos de militancia.
“Nuestro mejor pago son las gracias de los testigos y el apoyo del Tribunal”, dijo Azócar.
Además de la tarea previa de preparación (ver Las recomendaciones), los psicólogos están autorizados incluso a sentarse junto a las víctimas durante sus declaraciones. La intención es darles confianza y que no se sientan amedrentados por los acusados, que están apenas a unos metros de donde están ubicados. “Nosotros les decimos que no son los acusados, que los culpables son los otros”, dijo el profesional.
Sobre el comportamiento de los acusados, describió que no han percibido situaciones de intimidación, sino que sólo han podido observar a veces gestos de disgusto o algunas sonrisas. Pero lo que así han notado, incluso por las vivencias de los testigos, es que se han sentido intimidados por algunas preguntas de los abogados defensores, sobre temas tales como si han cobrado indemnizaciones por haber sido víctimas del terrorismo de Estado o para que respondan sobre sus actividades durante la militancia.
Después de las declaraciones, el psicólogo dijo que las víctimas cuentan que sienten un gran alivio. “Es como si se hubieran sacado una mochila, un gran peso de encima”, sostuvo. Incluso contó que muchos hasta se han animado a mirar a quienes están acusados de haber sido sus captores, como muestra de su profundo deseo de que los tristes hechos ocurridos durante la dictadura militar no se repitan.
Si bien en San Juan todavía no está implementado el programa de ayudas a las víctimas, sí hay otras provincias que lo tienen. Por ejemplo, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco y Formosa.
Para ayudar a que los testigos prestaran su declaración testimonial, en la provincia está el antecedente del juicio por apropiación de un bebé, hijo de desaparecidos, que tuvo lugar el año pasado, en el que actuaron profesionales del Centro Ulloa de Asistencia a Víctimas de Violaciones a Derechos Humanos, que depende del Ministerio de Justicia de la Nación.
