Claves
-Equilibrar la glucosa: Los alimentos ricos en hidratos de carbono de liberación lenta, que el cuerpo transforma en glucosa, son el mejor combustible para el cerebro y el sistema nervioso, porque no forman sustancias tóxicas en el organismo, y liberan su energía de una manera constante y paulatina.
-Engrasar el cerebro: Si se le quita el agua, el cerebro está formado en un 60 por ciento de grasas, algunas de las cuales, como los ácidos omega 3 y omega 6 son esenciales tanto para prevenir dolencias como el Alzheimer o la depresión, y sacar el máximo provecho a la inteligencia. El exceso de grasas como el colesterol o las saturadas, es nocivo.
-Fosfolpidos, las moléculas de la memoria: Son grasas inteligentes que ayudan a fabricar la mielina que recubre los nervios, favoreciendo que las señales lleguen sin problemas al cerebro. No sólo mejoran el humor, refuerzan la mente y optimizan el rendimiento intelectual, sino que además protegen frente al declive de la retentiva y el mal de Alzheimer.
-Aminoácidos para los mensajes cerebrales: Estos compuestos, que son los ladrillos con los que se construyen las proteínas, mejoran la capacidad de comunicación interna del cerebro, y su deficiencia puede ocasionar depresiones, incapacidad de relajarse, mala memoria y falta de concentración.
-Nutrientes que afinan la mente: Las vitaminas y minerales ayudan a que la glucosa se transforme en energía, los aminoácidos en neurotransmisores, las grasas esenciales en otras más complejas, como el GLA o las prostaglandinas, y la colina y la serina en fosfolípidos. Estos nutrientes contribuyen a construir y reconstruir el cerebro y el sistema nervioso y permiten que todo funcione sin sobresaltos.
