Quien operaba la retroexcavadora había roto el caño justo en el tramo fijado en la pared de la cámara de la tubería cloacal principal. Ese caño conectaría el barrio Altos de Santa Lucía al sistema de cloacas y había que resolver el problema de una manera riesgosa: alguien debía meterse a la cámara a sacar con sus manos el trozo de caño roto para reconectar otro de 6 metros. Según el expediente, hace un año, en la tarde del 19 de marzo del año pasado, el capataz de la obra, Nelson Vergara, evaluó que quien debía entrar era alguien de contextura delgada y entonces la orden recayó en Jonathan Gutiérrez, quien se negó porque en una situación similar anterior se descompuso por la inhalación de gases tóxicos. Según Gutiérrez, ante su negativa, Vergara ordenó esa tarea al más nuevo de los empleados, Rodrigo Muñoz, 26 años, padre de un nene de 4 años. Y Rodrigo lo hizo luego de que Nicolás Vergara y Roberto Quevedo metieran en la boca de registro una escalera construida por ellos mismos, y luego de que Quevedo le diera un trozo de remera como única protección para cubrirse la boca y la nariz por los tóxicos olores.
Rodrigo no saldría vivo de esa cañería. El primer trozo de su cuerpo, un pie en una bota, apareció en la planta de tratamiento de líquidos cloacales el 10 de mayo, cuando ya circulaba la maliciosa versión de que nunca cayó y que estaba vivo en Córdoba o Mendoza. Otra parte de su cuerpo, el torso, fue hallado también en la planta el 7 de octubre pasado, y con la certificación de su muerte (Rodrigo ya fue sepultado), el fiscal Fabrizio Médici (subrogante de Silvina Gerarduzzi) pidió la primera indagatoria del caso, la del capataz Vergara, por el presunto delito de homicidio culposo (aquel cometido sin intención, excarcelable). Y la juez Mónica Lucero ya fijó la fecha de esa indagatoria para el próximo 25 de marzo, dijeron fuentes judiciales.
+Es lo que estábamos esperando para concluir la causa penal y transmitir tranquilidad a la familia (de la víctima)’, dijo ayer Maximiliano Blejman, abogado de la familia de la víctima.
Además de complicar a Vergara como el encargado de dar órdenes y controlar todo lo que hacían los obreros, los empleados que atestiguaron coincidieron en remarcar que nunca les dieron instrucciones sobre el riesgo del contacto con los líquidos y los gases cloacales, y mucho menos el equipamiento necesario, como sogas, ropa, guantes u oxígeno. Un ejemplo, el día que cayó Rodrigo, debieron pedir sogas a los vecinos para sacar a Vargas, quien casi muere por rescatar a Rodrigo.
