Eran las cuatro y media de la mañana cuando Alejandra Ríos y su familia debieron salir de la cama como estaban por una amenaza cierta: las enormes llamas que envolvían todo dentro del rancho de su hermana eran implacables. El aviso llegó de un grupo de vecinos, que enseguida sumaron también sus esfuerzos para tratar de controlar esas llamas y evitar que se propagaran, por el techo, hasta la casa de la familia de Alejandra.
Es más, cuando todo se calmó, Alejandra relató que se llevó un gran susto porque al entrar a su dormitorio vio que el fuego avanzaba sobre el techo de su casa, que comparte una pared y el nylon con la de su hermana.
El siniestro, al final, fue controlado por una dotación de bomberos del Cuartel Central, que debieron romper dos candados para poder ingresar a la precaria construcción, ya que la dueña de casa, Yohana Ríos (28 años, madre de un nene de 5 años, empleada de comercio) no estaba cuando se inició todo, precisó Alejandra.
Todo indicaba ayer que el incendio había sido originado de manera intencional porque en el rancho no había electricidad. Y porque los propios vecinos que corrieron a avisarle a Alejandra que la casa de su hermana se quemaba, le dijeron que habían visto a tres muchachos merodear la construcción y huir a toda velocidad instantes antes de ver las llamas.
‘Mi hermana es empleada de comercio y no estaba. Acá no viene casi nunca porque le queda más cómodo quedarse en la casa de mi mamá. Esta es la cuarta vez que le entran a robar en tres meses. Y lo digo porque no veo el cochecito de su hijo y porque no están los adobes que yo puse en ese hueco en la pared que le hicieron cuando se metieron la tercera vez’, dijo ayer la mujer.
Todo pasó en el Lote 45 del asentamiento Evita, en La Bebida, Rivadavia. Y arrasó con las pocas cosas que le quedaban a Yohana luego de tantos robos en esa pieza de adobes con techo de cañas: una cama, una cocina, una mesa, cuatro sillas y tres bancos.
