Medio siglo después de haber protagonizado el primer vuelo del hombre al espacio, Rusia pretende volver a tomar la delantera, esta vez en la conquista de Marte, carrera en la que ahora compite no sólo con EEUU, sino también con China.

La crisis económica ha golpeado con especial virulencia a los programas especiales de las grandes potencias que han descartado por el momento la Luna y han decidido centrar todos sus esfuerzos en la conquista en la primera mitad de este siglo del planeta rojo.

Para ello, los rusos se proponen desarrollar naves espaciales tripuladas propulsadas por energía nuclear, que permitirían realizar el vuelo interplanetario (65 millones de kilómetros) en un plazo de tiempo 20 veces menor.

Los diseños del nuevo cohete y del módulo espacial estarán listos en 2012, pronosticó Anatoli Permínov, jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, quien estimó en unos 600 millones de dólares la inversión necesaria para la financiación del proyecto. “El trabajo estará terminado para 2019”, resaltó el jefe de Roscosmos, que ha persuadido al presidente ruso, Dmitri Medvédev, para aprobar la financiación estatal.

El científico Anatoli Korotéev, director del Centro Keldish, que se encargará de la construcción de la nave, recordó que la URSS, la primera potencia que logró posar un módulo (Mars 3) en suelo marciano en 1971, llegó a construir algunos satélites de espionaje con motores nucleares de poca potencia para localizar submarinos.

En el marco del proyecto, la estación para la conquista de Marte incluiría un remolque de más de 100 toneladas, un módulo de carga, otro de aterrizaje y una pequeña nave de unas 10-15 toneladas para el traslado de los cosmonautas desde la Tierra.

No obstante, el alto costo del proyecto ya ha obligado a aplazar hasta finales de este año el lanzamiento de la nave rusa “Fobos-Grunt”, que debía instalar una estación automática en el satélite Fobos, la luna del planeta rojo.

“Este es el primer proyecto, en el que sustancias vivas (50 clases de microorganismos) serán llevados a Marte, permanecerán allí algún tiempo y regresarán a la Tierra”, comentó Anatoli Grigoriev, vicepresidente de la Academia de Ciencias de Rusia.

Esa nave es fundamental a la hora de estudiar el espacio y el clima colindante, las condiciones de ingravidez, la operación de aterrizaje en el suelo marciano y, sobre todo, “cómo la radiación afecta a la vida en ese planeta”.

“Rusia se propone crear una estación para volar a Marte de 500 toneladas que acogería a una tripulación de cuatro personas durante dos años. Pero es muy costoso. El costo de poner en órbita un kilo de carga es de unos 35.000 dólares y su transporte a Marte es aún mucho más caro”, dijo Lopota. Por ello, Moscú es partidario de cooperar con el resto de potencias espaciales en la conquista del planeta rojo, aunque sin dejar de lado sus aspiraciones nacionales.