No se cree ninguna estrella, por eso no quiere fotos. Tampoco se considera un héroe: ‘Sólo soy un ciudadano normal que defiende el día a día. Quiero que se haga justicia, que no le pase lo que me pasó a mí a más gente, porque debe haber muchos más estafados’, es su argumento para no exponerse. Se llama Mario Durán, tiene 37 años, una familia y vive de su trabajo como mandatario público registral del automotor y, desde hace 14 años, de los autos que hace trabajar en remisería. Sin embargo, su perfil de hombre común tiene una marca que lo distingue: durante cuatro meses se convirtió en un improvisado investigador que perdió el sueño, su rutina y recorrió unos 12.000 km en cuatro provincias hasta que dio y facilitó la captura de un personaje que no olvidará: Guillermo Ernesto Verón (48), un hábil estafador que el 9 de enero pasado le sacó con engaños un Chevrolet Corsa para trabajarlo como remís y nunca más se lo devolvió.
Mario recuerda como si fuera hoy el día que ese sujeto con tres años de cursado en abogacía -dijo- se presentó en su empresa, bien vestido y con documentos a nombre de Oscar Gabriel Miranda, para proponerle un trato. Aquella vez incluso llevaba un certificado de domicilio policial a nombre de Miranda, un joven de San Martín que había perdido su DNI y otras cosas por un robo en el Parque de Mayo y recibió reclamos por una estafa con una casa rodante.
Todo eso lo supo Mario cuando Verón pasó a ser su objetivo personal, y se adentró en su vida. Así supo que tiene un frondoso prontuario. Que purgaba condena en La Rioja y cuando le dieron salidas no volvió a prisión. Que sus afilados métodos y su audacia lo llevaron a especializarse en la adulteración de DNI (para simular ser otro) y en las estafas con vehículos. Que en San Juan, además de él, había cometido al menos cuatro estafas más, incluida una contra una financiera que le crédito para sacar una moto.
El objetivo Verón se hizo algo imposible de sortear para Mario en abril pasado, cuando comenzaron a llegarle multas por infracciones de tránsito de su Corsa. Se sorprendió porque no entendía cómo su vehículo con pedido de secuestro cruzó controles policiales limítrofes como si nada. Pero fue ahí que decidió movilizarse. Cruzó a La Rioja, a Córdoba, a Santa Fe y la ciudad bonaerense de Miramar. Y en cada lugar dejó documentos, la foto de Verón, copia del pedido de secuestro de su Corsa.
En ese trajín entabló estrecha relación con investigadores, como los de Estafas de San Juan y los de otras provincias. Hasta se vinculó con el entorno y la familia de Verón, personas de las que también consiguió ayuda.
Mario cercó a Verón el 28 de julio pasado, cuando llegó a Miramar tras recibir otra multa por infracción. Buscó a la Policía y tres horas después, el 30 de julio, conseguía que lo atraparan. Entonces se halló otro auto de una estafa de Verón en San Juan y supo que su Corsa estaba en La Rioja. Allí lo increíble: Verón lo había vendido a nombre de Mario Durán.
