Los soldados del Regimiento de Infantería de Montaña 22 volvieron a tener prácticas en altura, en el Mercedario, en Calingasta. Tras 12 años de receso, los uniformados participaron de una expedición de capacitación que duró 15 días. La última se realizó en el 2002 y tuvo un final trágico por lo que se decidió suspender este tipo de entrenamiento en alta montaña. El 19 de febrero de ese año, el capitán Claudio José Jurczyszyn, integrante de esta fuerza, murió en el cerro durante un ejercicio de rutina. La suspensión de estas expediciones se levantó por la necesidad de capacitar a los soldados ingresantes en tareas de rescate, entre otras, según dijo el jefe del RIM 22, Fabián Iribas.
En la expedición que arrancó el 17 de enero y que se prolongó hasta el 1 de febrero, participaron 80 uniformados de los cuales 13 llegaron desde la provincia de Mendoza para formar parte del entrenamiento.
Nervios, emoción y temor, fue la mezcla de sensaciones que experimentaron los soldados cuando llegaron a la primera posta a 3.700 metros de altura. Fue en la zona del cerro llamado Guanaquitos donde instalaron el campamento base para comenzar con los ejercicios. Todos conocían el caso del capitán Jurczyszyn.
‘Desde su muerte se suspendió este tipo de actividades por distintas razones. Fue por respeto al capitán, por duelo y creo que también por temor a otra tragedia similar. Pero por necesidad de entrenar a los hombres en actividades de alta montaña es que decidimos volver a las prácticas en este cerro‘, dijo Iribas.
Según el jefe del RIM 22, desde el 2002 y hasta ahora, los soldados ingresantes y el resto de los integrantes de la fuerza sólo escalaban el cerro Tres Marías, de 1.000 metros de altura, y para correr. Por la baja altura del mismo no podían entrenarse en actividades de alta montaña como resistencia, sobrevivencia y rescate como sí pudieron hacerlo en el Mercedario.
Luego de instalar el campamento base, comenzaron los ejercicios de entrenamiento. Durante 4 días, los soldados ascendieron varias veces hasta los 5.000 metros de altura junto a mulas cargadas con diferentes implementos. Esta actividad tuvo como objetivo hacer un reconocimiento tanto del sendero como del terreno, que los soldados trabajaran la adaptación y climatización del organismo en la altura, y evaluar la capacidad de transporte de los animales.
En los días sucesivos y de manera optativa, el entrenamiento incluyó escalar hasta los 6.770 metros de altura para hacer cumbre en el cerro. En este ejercicio participaron 40 hombres, de los cuales 33 pudieron llegar a la meta.
Con esta expedición no sólo se capacitó al personal del Ejército en actividades de alta montaña, sino también se logró idear proyectos para mejorar los servicios para quienes escalan este cerro. ‘Nos topamos con muchas personas escalando y vimos la necesidad de un refugio. El viento en este cerro es muy intenso y capaz de romper o volar una carpa. Por eso decidimos construir uno de madera y hierro, a 5.500 metros y con capacidad para 4 personas‘, dijo Iribas.
