Para la historia. Tal vez, en la mejor final de todas las ediciones de la Copa Argentina, River Plate terminó coronando una noche inolvidable al vencer en Córdoba por 4-3 a Rosario Central en una definición apasionante, que lo colocó en la Copa Libertadores 2017 y sepultó la amargura del Superclásico perdido el domingo pasado. Hubo de todo.
Polémica, siete goles, expulsado y un campo de juego que no se merecía una final así. Pero poco importa en el presente de este River que se hizo fuerte en la desventura y terminó ganando.
Todo vertiginoso. Un arranque marcado por la polémica porque a los 8’ a Teo Gutiérrez le hicieron penal y el árbitro no lo vio, pero para mala fortuna de Loustau, en la contra Musto tocó apenas a Alario y marcó el primer penal de una noche más que caliente en Córdoba.
El goleador lo cambió por gol y a los 10’, River sacaba ventaja sin haber hecho méritos. Reaccionó a pura furia y con algo más de fútbol y a los 25’ Batalla cometió un pecado de juventud imperdonable y de su error al salir flojito de manos, le regaló el empate a Musto que puso el 1-1 que acercaba algo de justicia a la final.
Pero estos primeros 45’ tenían mucho más para entregar porque a los 29’ Marco Ruben sacó el manual del goleador para poner el 2-1 tras una magnífica definición controlando de zurda y definiendo de derecha.
El pobre arbitraje de Loustau hizo recordar al de Diego Ceballos en la final del 2015.
Rosario estaba arriba y parecía que cambiaba la historia pero a los 37’ Gizzi tocó apenas a Alario y Loustau vio penal en una acción idéntica en la que antes no había visto contra Teo y nuevamente Alario venció a Sosa para poner el 2-2 en el cierre de un vertiginoso primer tiempo en el que el árbitro terminó siendo gran protagonista.
En el complemento, los primeros 20’ fueron de pausa y de replanteo para ambos. Pero aceleró Central y a los 18’ Marco Ruben puso el 3-2 tras otro error del arquerito Batalla. Parecía que Central encontraba el camino y metía esa mano de nocaut que definía todo.
Pero claro, River es River y la categoría enorme de un goleador como Lucas Alario lo volvió a meter en el partido cuando a los 26’ el propio Alario puso el 3-3 que abrió otro partido. Más emociones, más sensaciones.
Y a los 29’ el acierto al pleno de Marcelo Gallardo con el ingreso de Iván Alonso, le dio sus frutos porque el veterano uruguayo estableció el 4-3 definitivo que sería ya irremontable para un Central al que le ganó su impotencia y perdió a Ruben por expulsión.
Fue una final para la historia. Por la polémica, por las emociones, por los goles de Alario, los de Ruben, los errores de Loustau y los del arquero Batalla.
Una verdadera final que se la terminó llevando el River Plate de Gallardo que renació de sus cenizas tras perder contra Boca y demostró una enorme capacidad de reacción para ganar su primera Copa Argentina y dejar a Central con las ganas por tercera vez.
CLAVES
Personalidad
River Plate venía golpeado y cuestionado. Se repitieron errores de Batalla pero pudo recomponerse en la adversidad y acertó en sus opciones de gol ante la defensa de Central para ser campeón.
Oportunidad
Rosario Central tuvo su momento en la final y lo dejó escapar. Remontar la adversidad de los penales, remontar el marcador y pasar al frente era demasiado como para dejarlo ir en tres minutos cuando parecía suyo.
Genio y figura
Los goles no se merecen, se hacen, y Lucas Alario estuvo ahí donde deben estar los goleadores para definir una historia que fue demasiado cambiante, marcada por el suspenso y las emociones.
