Los vinos nuevos ya se pulen en las bodegas y en las mesas se empiezan a sacar conclusiones y a chequear el futuro vitivinícola. Imprevistamente los racimos de las "rosadas" -cerezas y criollas, sobre todo- aparecen como protagonistas del debate del café, porque a pesar de los pronósticos fatídicos, fueron esas cepas las que mejoraron las cosechas en San Juan y en el Este mendocinos sobre todo.
Es más, los que conocen el oficio insisten en que "al final las cerezas y las criollas nos van a salvar el año", porque rescatan que el aumento importante de la cosecha de esas variedades permitió esta vez el doble efecto de apuntalar el mosto y a la vez, arrimar claretes al volumen de los tan codiciados tintos. No es poco, sobre todo si se oye en boca de los que analizan los números, plantear una especie de renacimiento de las "rosadas" en el mérito de la ecuación vitivinícola del oeste argentino, tan vilipendiada como venían en las últimas décadas.
"La cereza es una variedad plástica, a veces produce más como este año y a veces menos, como el año pasado. Quizás no sea tan rústica y lo que tendríamos que buscar son muy buenas prácticas enológicas para hacer los mejores vinos. Parece que el productor, a la larga, cuando se trata de sobrevivir, le echa mano a la vieja Cereza", concluía ayer aquí en Mendoza Sergio Villanueva, gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA).
Lo cierto es que en San Juan y en el oasis Este mendocino parecen agradecidos a la Diosa Naturaleza y en particular a esas cepas: El Este -donde se recoge más de la mitad de la vendimia de Mendoza y éste año levantó 1.100 millones de kilos- la cosecha impulsada por las rosadas y blancas fundamentalmente aportó un 47 % más de lo que se cosechó el año anterior. Fue por lejos una de las cosechas más importante de los últimos 10 años, porque globalmente Mendoza tuvo un 25% más de racimos. Y San Juan, con el mismo protagonismo de las rosadas y blancas, un 14% más. En las varietales, en Mendoza hubo mayor cosecha de Bonardas aunque disminuyó el volumen total del Malbec.
Estas cuestiones por ahora desatan comentarios sobre el futuro del viñedo, por ahora sin conclusiones: Todo hace prever que en la mesa ampliada de la Corporación Vitivinícola Argentina, estos asuntos empiecen a oírse, apuntalados por los técnicos y especialistas de cepas y surcos. Está en juego definir qué vamos a producir, dónde, qué variedad y cómo sumarle identificación del terruño, para ir perfilando la competitividad y la rentabilidad futura.
El asunto es acertarle a lo que va a incentivar la demanda del consumidor escaso: Toda la ecuación y los esfuerzos de integración se cae si no vendemos en los mercados. Estos temas han estado presente en los foros que la COVIAR animó en Buenos Aires, hará hoy en San Juan y mañana martes en Mendoza, en reuniones con los niveles gerenciales de las bodegas más protagonistas del mercado nacional. Cómo vender más y mejor; cuál es el mensaje; qué anda prefiriendo el huidizo consumidor, etc.
