En infraestructura vial, "San Juan está mejor preparada que Mendoza para hacerle frente a un terremoto de gran magnitud". Así se lo señaló a DIARIO DE CUYO el profesor Jorge Barón, investigador y titular del Instituto de Mecánica Estructural y Riesgo Sísmico (IMERIS), que depende de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo (en Mendoza).

Respecto a los desplazamientos de distintas regiones del país, el especialista dijo que "mientras Mendoza tuvo un desplazamiento de 13 centímetros hacia el Sur-Oeste, el corrimiento de San Juan en la misma dirección fue menos de 5 centímetros’.

Barón aseguró que "más allá de los resultados científicos sobre los últimos corrimientos de las placas terrestres, hay un punto importante para aprender del último sismo que golpeó a Chile, y es como gestionar un desastre de esa magnitud y como estar equipados y preparados para enfrentarlo". Aunque el experto aclaró que "Mendoza y San Juan están preparadas para hacer frente a un sismo de características importantes y en ese sentido han diseñado sistemas, códigos y normativa para prevenir el desastre", reconoció que "entre las dos provincias existen diferencias". Por ejemplo, "Mendoza no tiene una avenida de circunvalación como la de San Juan o una vía rápida de acceso. Hipotéticamente, si uno se imagina a la ciudad de Mendoza parcialmente derrumbada y tenemos que trasladar heridos y asistencia hacia distintos sectores de la tragedia, no tendremos otra manera de hacerlo que intentar atravesar una ciudad en ruinas".

El especialista insistió que todos los accesos a Mendoza tienen puentes en elevación, "y esas estructuras ceden ante un sismo importante -como ocurrió en Santiago-. No hay caminos alternativos o de bypass, para que las brigadas de rescate puedan acceder rápidamente".

Otro de los inconvenientes que observó el profesor Barón, fue que la provincia no tiene un buen reservorio de agua garantizada, que pueda sobrevivir a un terremoto de magnitud y que permita abastecer de agua potable rápidamente a la población. "Tenemos que planificar la gestión ante un desastre de esa magnitud. Fundamentalmente, en dos provincias que por su ubicación, están expuestas a movimientos telúricos importantes. O nos vamos a vivir a otro lado o planificamos para que cuando venga un evento, que va a venir -los científicos no sabemos cuándo-, sepamos amortiguar el desastre", sentenció Barón.

El ingeniero del IMERIS explicó que "si bien el corrimiento de la tierra abarcó desde Neuquén hasta Catamarca, es toda una deformación que ha ocurrido en lo que es la franja central del continente, sobre todo en el centro-Oeste de Argentina y Chile". Según Barón, los estudios que días atrás detectaron corrimientos en San Juan y Mendoza estuvieron hechos con "mediciones de algunas estaciones GPS permanentes que están en territorio argentino y chileno, donde se mostró a través de fotos, el cambio que se ha producido en estas estaciones durante y después del terremoto".

Si bien las estaciones son claves para este tipo de investigaciones, en Argentina no existen tantas como se necesitarían para realizar estudios más exactos – cada estación cuesta entre 10 y 15 mil dólares-. Entre San Juan y Mendoza -por ser las zonas sísmicamente más activas del país- están gran parte de ellas.

A partir del terremoto de Chile, las universidades de Ohio, Memphis y Hawai (EEUU), socias en las investigaciones con universidades latinoamericanas, han conseguido a través del sector privado, académico y fundaciones del mundo, equipamiento y fondos para instalar unas 30 estaciones más del lado chileno y más de 12 en todo el territorio nacional, principalmente cercanas a la frontera con Chile.