Los chips, que sirvieron para que la clasificación de los ciclistas con su tiempo se conociera apenas el pedalero cruzaba la línea meta, fueron unos de los protagonistas de la jornada de apertura de la Copa SRAM.

Los dispositivos personalizados con el número de cada participante vienen unidos a una pulsera de velcro que los bikers pegaban a sus calcetines. Como cada uno de estos implementos tiene un costo, apenas los bikers llegaban a la meta, mientras sus familiares les alcanzaban bebidas para hidratarse, un grupo de señoras y señoritas, colaboradoras de la organización les entregaban la medalla que les queda de recuerdo por haber participado y amablemente le solicitaban el chip.

Apenas uno se adentraba al Náutico podía observar el arco inflable con un vallado que sirvió para hacer la pre-grilla y para concentrar a los corredores. A un costado se podían ver los gazebos correspondientes a varias de las firmas comerciales que promocionaron el acontecimiento, haciendo una exposición de sus productos.

Así, paseando, como si estuviera en un shopping, cualquier aficionado podía conocer el precio de un par de zapatillas o un lindo par de anteojos. Y, si el ocasional transeúnte era un biker en potencia, se enteraba de los precios aproximados de implementos que van desde la malla a un par de guantes.

En uno de los gazebos más grandes había montado la organización su bunker. Un par de notebooks y una impresora servían para que todos los que tuvieran que ver con la información de la carrera contaran con las planillas de inscripción y, posteriormente de la clasificación final.

Es cierto que hubo algunos desacoples, propios de cualquier actividad que se realiza por primera vez. Nada serio, como para rasgarse las vestiduras.

Haber escuchado los buenos comentarios que tuvieron los bikers visitantes sobre el clima, el paisaje y la organización, no queda otra que seguir insistiendo en la concreción de acontecimientos que sigan dando volumen a esa bola de nieve en que se ha convertido en MTB en San Juan.

Además, que la prueba haya tenido un trazado al que se podía acceder fácilmente recorriendo algunos kilómetros por la ruta, no hizo más que motivar a aquellos que asisten a las pruebas en calidad de acompañantes o aficionados. Así fue que en el medio de la montaña uno se cruzaba con muchas personas que asistían al lugar en su propia bicicleta y destacaban el espíritu de quienes corrían.