El ganador de las elecciones presidenciales recibirá un país que goza de una gran estabilidad económica gracias a unas profundas reformas previas como la apertura del mercado interno, gran promoción de la inversión y estricta disciplina fiscal y monetaria. Sumado los pactos de libre comercio con grandes economías, Perú viene anotando un crecimiento promedio anual de al menos un 7% en el último quinquenio, con un máximo de casi un 10% en el 2008. En medio de la fuerte expansión, la inflación se ubica entre las bajas de Latinoamérica y las reservas peruanas se triplicaron a 46.000 millones de dólares o al 30% del PBI en el último quinquenio. Además las exportaciones mayormente de materias primas saltaron cinco veces a 35.500 millones de dólares en cinco años. Perú tiene la ansiada nota de grado de inversión por parte de las tres principales agencias calificadoras del mundo, que le permite obtener préstamos más baratos y seguir siendo un imán para las inversiones en sectores clave como la minería y energía, que ostentan millonarios proyectos. En este contexto, el mayor desafío del nuevo gobernante será implementar políticas que permitan una mejor distribución de la riqueza en el país, así como agilizar programas sociales para hacer llegar rápido los beneficios del boom económico a casi el tercio de la población del país que vive en la pobreza.
