Una de las diademas de la música cuyana, apreciado como uno de los protagonistas del "boom del folclore criollo’ de los ’50, Carlos Montbrún Ocampo dejó sus huellas impresas en "Las alegres fiestas gauchas’ de la misma manera que el huaqueño Buenaventura Luna lo hizo con su "Tropilla de Huachi Pampa’. Y es conmemorando el 50mo. aniversario de su fallecimiento, ocurrido el 4 de junio de 1962 en Mendoza, lejos de su entrañable San Juan, a los 67 años; que mañana se lo homenajeará en el Teatro Municipal de la Ciudad y el viernes 27 en el Teatro de Albardón (ver aparte).

Hijo de María Ocampo Vera, oriunda de La Rioja, y de Eduardo Montbrún, de ascendencia francesa; don Carlos nació un 15 de julio de 1893 en Albardón. Proveniente de una familia de buen pasar económico, cursó el secundario en el Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera, como versa en sus textos el dr. Fernando Balaguer Montbrún, quien en sus artículos escribe que los padres pretendían para su hijo un futuro profesional acorde a su situación. Sin embargo, al hombre de "ojos zarcos y exquisitos modales’, como lo describió el poeta Guido Iribarren, siguió la ruta de la música, pese a que sus padres no lo vieron con buenos ojos.

"Carlos venía de una familia adinerada que iba a fiestas de gente bien, donde se cultivaba música clásica y del folclore español en las reuniones de cada fin de cosecha, y era mal vista la música criolla’, recordó el Aparcero Mayor, Jorge Darío Bence, quien se topó con él en Mendoza, cuando fue a registrar su obra a las oficinas de Sadaic: "yo tenía la imagen de él de galán de cine pero en esa ocasión lo vi vencido, después nunca más lo volví a ver, sus restos descansan en el panteón de los artistas del cementerio de Las Heras’.

Inquieto, idealista, bohemio; el arte no fue su única herramienta para cantarle a su tierra, también lo hizo a través de la política, ámbito en el que incursionó tras ser elegido diputado provincial.

En busca de sus sueños y acompañado de su amigo Hernán Videla Flores, también albardonero; Montbrún Ocampo dejó su terruño para probar suerte en Buenos Aires. Allí, en 1934, el dúo se convirtió en uno de los protagonistas de la movida vernácula. Sus cuecas, gatos y tonadas salieron al aire en las principales radios y quedaron registradas por el sello Odeón (se dice que en la intimidad ejecutaba tangos de su puño y letra que nunca sacó a la luz) hasta que después de una década de éxito, la sociedad se disolvió.

Fiel a su estilo, formó el conjunto Las alegres fiestas gauchas donde él tocaba el piano y maravillaba con su voz. Entre sus integrantes estaban Atahualpa Yupanqui, Eva Rivero (hermana de Edmundo Rivero), Los Hermanos Larramendia, Quintín Irala, Osvaldo Sosa Cordero y Félix Pérez Cardozo; y sus presentaciones en Radio Belgrano, Radio Porteña o Radio Argentina lo terminaron de catapultar a la fama.

Creador imparable, entre sus logros se encuentran la puesta de la obra Estampas Argentinas en el Teatro Presidente Alvear con giras dentro y fuera del país; y la fundación de la peña nativista Mi Refugio en pleno micro centro porteño.

"Según cuenta Martita Lucero de la Peña La Tonada, una vez, ella fue a ese espacio con don Buena y le pasó una esquela a Montbrún informándole que estaban allí, pero resulta que él nunca los anunció. Es que entre Buenaventura y él existían celos artísticos. Es más, esa vez, Luna le dijo a Martita: no te preocupes que cuando estemos solos me va a nombrar’, evocó Bence.

Si bien, Carlos supo manejar con discreción su vida privada, se relata que fue gran amigo de Walt Disney, quizás por el vínculo que entabló con el autor mexicano Manuel María Flores a quien conoció en Mendoza; y cantor admirado por el pintor Florencio Molina Campos. Incluso fue el único artista que animó la ceremonia ofrecida por el club El Progreso a Eduardo VII, en su visita a la Capital del país.

Aunque no se conoce con precisión el año, el poeta contrajo matrimonio y fruto de ese amor nació una hija, como escribe Balaguer. En Mendoza, rodeado de sus afectos y donde instaló la peña El Patio, transitó la última etapa de su vida. Allí, descansa en paz, pero lejos de los pagos que tanto pintó en sus canciones.