La "estolidez" es una palabra poco o nada usada, que, si bien conserva validez lingüística, ha perdido vigencia ante la plena usanza de su sinónimo peyorativo "estupidez". Éste es un adjetivo adminículo para ofender acremente por su carácter insidioso, y que se dirige -a veces inopinadamente- a alguien que actúa sin discernimiento.

Entrar en un análisis abarcativo de cualidades, índole, peculiaridades, calidad y naturaleza -calaña- del ser humano, conlleva un delineamiento antropológico dentro de su conducta de relación, don mayor, menor o ninguna capacidad decisoria. En una dualidad consciencia-inconsciencia el hombre se va emplazando en su vida de relación, estampa su personalidad según su carácter y valores, y se desenvuelve según sus intenciones. La gama de intencionalidad es pluriabarcativa según la persona, y se estructura como inclinaciones de su identidad en las distintas tendencias del ser.

Cuando se habla de las inclinaciones nobles de la criatura humana, se está diciendo de superioridad de espíritu, de capacidad inteligente para la creatividad estimable, de una conducta esencial. Directamente lo opuesto es la inconducta, la negatividad propiciada en situaciones escapadas del predominio de la razón, cuando se asumen actitudes que superan al desatino.

Esa afectación puede aparecer con visos diferentes en modos de absurdo proceder, y su permanencia quita toda probabilidad de equilibrio intrínseco en la persona: Desaparece el raciocinio, no hay lucidez mental y está ausente la ecuanimidad, es decir, la reflexión normal de saber -darse cuenta- cómo se está actuando. Si razonar es discernir con claridad de mente para llegar a una valorable conclusión, se puede estar seguro que eso no ocurre jamás cuando se presenta la estolidez, dentro de la cual el individuo alcanzado por ella, no va más allá de sus propias elucubraciones, pierde valoración hacia el prójimo, lo considera con desaprecio y "libremente" se permite "ejercer" su desconsideración. Pluralizando ese estado morboso, comprendiendo la entera humanidad, analizando hechos históricos y los mismos sucesos que en la actualidad nos toca vivir, es fácil darse cuenta que en todos los tiempos ha estado y está presente lo que se comprende como "estupidez humana": desatinos y procederes de quienes no piensan bien, no se detienen a tiempo, o traspasan los límites de la cordura o actúan en demasía.

Cuando de una u otra manera la estupidez gravita en las personas, las lleva a un estado de oscurecimiento mental difícil de precisar en sus alcances. Pero alguien -acabada muestra de genialidad- lo precisó así: "Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro". Son palabras de Albert Einstein. De suyo, mejor callamos.

(*) Escritor.