Los padres son los primeros y principales maestros en la vida de los hijos. La naturaleza puede proveer un excelente salón de clases para enseñar valores y recursos útiles para el éxito en su vida futura. Por esta razón, el crear oportunidades para pasar tiempo de calidad en exteriores con los hijos es fundamental. Las actividades pueden ser muchas desde jugar en el jardín de la casa, visitar el Parque Faunístico, andar en bicicleta, ir al Parque de Mayo o simplemente caminar por las áreas verdes de la ciudad, lugares en los que se puede apreciar la naturaleza y aprender de ella.
Los viajes también constituyen otro recurso de gran aprendizaje, ya sea en el interior de la provincia o fuera de ella. Se enfatiza en ellos acerca de diferentes especies de flora y fauna típicas de cada región; ya que muchas de estas especies se encuentran en peligro de extinción y otras son características de un lugar determinado.
Pero lo cierto es que los tiempos han cambiado y con ellos las actividades y actitudes de nuestros hijos para con la naturaleza. Hoy en día, es más común que un niño sepa más de juegos de video que de cómo construir una casita de juego en un árbol. En la actualidad, el dejar que un niño camine solo o juegue al aire libre sin supervisión de un mayor, puede ser considerado inclusive negligencia. La realidad marcó a los padres y adultos a tener ciertas precauciones con la inseguridad. Estos y otros factores, contribuyen a que los niños de esta generación no disfruten de los beneficios que brinda el estar expuestos a la naturaleza a través del juego al aire libre. Ventaja que si tuvieron nuestros padres, e incluso nosotros mismos, en la infancia.
Los beneficios que brinda la naturaleza a los niños
Existe mucha evidencia de que la educación basada en la experiencia con la naturaleza ayuda en del desarrollo de un niño. Algunos de estos aspectos son el pensamiento crítico, la resolución de conflictos y la creatividad; también los ayuda con la toma de decisiones, reduce la obesidad, al incrementar la actividad física, y contribuye a su salud mental, emocional y moral. Durante los primeros años de la vida de un niño, el estar expuestos a la naturaleza es esencial para su desarrollo, ya que reduce el stress y la agresividad. También aminora los problemas de comportamiento y crea valores importantes como la cooperación, la responsabilidad, la compasión y comprensión de otras criaturas vivientes que habitan nuestro planeta Tierra.
La importancia del juego desestructurado al aire libre
Muchos padres piensan que el llevar a sus hijos a practicar deportes estructurados como el fútbol, son la mejor manera de exponerlos al juego al aire libre. Sin embargo, varios estudios demuestran que no hay nada mejor que el juego desestructurado. Es decir, dar espacio y tiempo para que los niños exploren y descubran libremente la naturaleza que lo rodea. El juego libre permite que los niños sean más inteligentes y más cooperativos.
El ejemplo enseña más que mil palabras
Para que un niño aprenda a amar, cuidar y participar de la naturaleza que lo rodea, necesita un modelo a seguir. No hay persona en el mundo que un niño pequeño admire más que a sus padres. Es por esta razón que el dar el ejemplo es sumamente importante. La información y educación de los padres con respecto a las consecuencias de no exponer a sus hijos a la naturaleza, es lo que promoverá que los hijos entiendan la importancia de la ecología tanto para su salud, como para la salud del planeta en general. Algunas maneras de dar ejemplo son: aprender a reciclar, cuidar las áreas verdes y organizar actividades al aire libre con toda la familia.
Menos tecnología y más naturaleza
Según un estudio realizado en EEUU., los niños entre 8 y 18 años pasan aproximadamente 60 horas a la semana envueltos con algún tipo de medio electrónico. Esto representa más horas de las que los padres pasan trabajando a tiempo completo durante el mismo periodo. Este hecho ha generado una epidemia de obesidad infantil. Recientes estudios citados en el libro conectan problemas como el déficit de atención hiperactiva y algunos problemas de aprendizaje, con el exceso de exposición de los niños a la tecnología y la falta de juego al aire libre. El autor denomina este mal como el "síndrome de deficiencia natural". Como padres, es nuestra responsabilidad controlar el tiempo que los niños se exponen a los medios tecnológicos y brindarles más oportunidades de conocer y disfrutar de la naturaleza. Esto nos ayudará a criar una generación más inteligente, más feliz, más saludable y mucho más consciente de nuestro medio ambiente y del futuro de nuestro planeta.
Manos a la obra
No hace falta ser un ingeniero agrónomo o un experto, o tener un gran terreno para hacer un huerto o sembrar. Se puede armar muchas actividades que enseñen el cuidado, el respeto y dedicación en el mundo verde, como por ejemplo plantaciones de aromáticas, hortalizas, plantines de flores de estación y por qué no plantar un árbol. No es necesario contar con un gran jardín ya que una simple ventana es suficiente para colocar los almácigos y que el niño puede tener fácil acceso a ellos. Además de enseñarles a remover la tierra, observar y cuidar de las plantas, ellos comienzan a tener las primeras nociones sobre medioambiente, también pueden aprender que con esta tarea ayudan a cooperar en el hogar. A los niños les encantan las manualidades, que pueden desarrollar tanto ellos solitos o en familia. Se divierten, entretienen y a la vez desarrollan su imaginación y fantasía. No obstante, estas actividades las deben desarrollar los niños siempre bajo la supervisión de un adulto.
