Fugado, como en sus mejores tiempos cruzó la línea de meta Alberto Bravo. “El Chato” que ha participado de la mayoría de las pruebas del calendario reina entre los ciclistas de 50 a 59 años.

 

 

Una postal del domingo 25 de marzo, especialmente en el podio de la categoría Master C (50 a 59 años) se pareció mucho a algunos finales de la década del “90. Es que Alberto Bravo subió al escalón más alto y Eduardo Graziani lo escoltó.

“Me había olvidado lo duro que es correr en el autódromo -confió “El Chato- realmente no es para cualquiera”.

“No quiero desmerecer a los ciclistas de mi categoría, pero yo quería correr en la inferior. Me había preparado para correr en el pelotón más joven, había estudiado quienes eran los posibles rivales y todo… Pero no me dejaron”, comentó “El Yaya”.

Consultado sobre como había preparado la carrera, Gómez, explicó: “Como dice Alberto, el autódromo es un circuito que exige mucho a los corredores. Es una pista para ciclistas duros, como son Bravo y Graziani (Eduardo). Mi idea era marcar su rueda y luego jugarmela, pero todo lo que había planificado no pude realizarlo porque no pude inscribirme en su categoría. Al final, por como se dio la carrera, confirmé que estaba en lo cierto”, afirmó.

 

A la hora de analizar lo que fue su trabajo en la competencia propiamente dicha de la categoría C, Alberto Bravo fue muy sincero: “En realidad yo venía trabajando para que embalara un compañero mío, pero cuando salí de una curva vi que estaba cortadito y le di”, comentó con su característica voz bajita y con una sonrisa. En su competencia no hubo una planificación tan detallada como la que había realizado Gómez, pero si una convicción por no desaprovechar ninguna oportunidad tal cual le había pasado 29 años antes cuando quedó primero en la Vuelta de San Juan y dejó el pellejo para mantener las tres mallas de líder.

 

 

Contundente en el remate, como en sus tiempos jóvenes, fue Juan José Gómez. “El Yaya” que quería correr en la categoría inferior lucirá la próxima temporada la malla de campeón de los 60 a 69 años.

 

 

Si bien Gómez no pudo correr en el pelotón de los cincuenteañeros, una de sus ruedas si lo hizo, porque le prestó el material a Eduardo Graziani que había sufrido un pinchazo inoportuno que casi lo deja fuera de toda acción. A la hora de contar su competencia “Yaya” explicó que lo suyo pasó por rodar con tranquilidad siempre en los puestos de vanguardia. “Me sentía muy bien. Sabía que estaba muy fuerte como para pelear por subir al podio en la categoría inferior, así que me dedique a regular mis energías para atacar en el momento oportuno”.

Aún cuando son concientes que su presente está mucho más emparentado con el disfrute de una disciplina cuya pasión se contagiaron de pequeños y se ha convertido en una hermosa “enfermedad”, tienen genes de campeones y cada vez que se suben a una bicicleta buscan la victoria por sobre todas las cosas. Es por ello que van encontrando objetivos que los mantengan alertas y competitivos. Bravo ya está pensando en sacar la licencia para volver a vestir la casaca sanjuanina en un campeonato nacional. Gómez comenzó a planificar su actividad de pretemporada para volver a la actividad competitiva tan afilado como lo está actualmente.

En el Zonda, donde los dos vivieron grandes alegrías en sus épocas, apoyados en su sangre real, consiguieron un triunfo que eterniza su vigencia.