Brasil y Holanda disputarán hoy, en el Estadio Mané Garrincha de Brasilia, el encuentro que nadie quiere jugar en un Mundial: el que definirá el tercer puesto. De un lado, la Canarinha que, tras haberse aferrado al sueño de conseguir en casa su sexta Copa del Mundo, despertó el pasado martes

de la forma más cruel posible.

Los siete goles que les metió Alemania no sólo la apartaron de la final en el Maracaná, sino que además dejaron en evidencia todas las carencias del equipo y pusieron en crisis al fútbol nacional.

Felipao se ha aferrado a un 4-3-3 a lo largo del Mundial, un sistema que le resultó ineficaz y lo obligó a utilizar a jugadores en posiciones en las que se sentían incómodos. Por eso es difícil saber si hoy Scolari realizará algún cambio táctico y cederá así ante la presión de todo el país, incluido el

próximo vicepresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Delfim Peixoto, quien lo tildó de "demasiado terco".

Aunque insinuó que pudiera haber cambios frente a Holanda, Scolari también podría volver a utilizar el equipo con el que apostó y perdió en la carrera por el título, incluido Thiago Silva, que no estuvo en la semifinal por acumulación de tarjetas. La única excepción, además del lesionado Neymar, podría ser Fred, cuyo flojo desempeño a lo largo del torneo.

En el último entrenamiento en Teresópolis, Scolari introdujo cinco cambios con respecto al partido contra Alemania, aunque eso no significa que las intenciones del entrenador sean otras e incluso podría sustituir a Julio César en el arco, para hacer debutar a uno de los suplentes.

En el otro lado del campo estará la Naranja, una selección que llegará tocada en lo físico después jugar 120 minutos en cuartos y semifinales. Como su técnico, Louis Van Gaal, ha utilizado 22 de los 23 hombres que tiene en el plantel es de esperar que jueguen los que estén mejor físicamente, luego de la última práctica.

Junto a los brasileños estará Neymar, aquejado por la lesión que sufrió en la columna vertebral en el partido frente a Colombia y que decidió viajar con la selección a Brasilia para la despedida de un

Mundial que para él acabó mucho más temprano de lo que imaginaba.