Los primeros tres torneos de junio del Cicles Club La Bebida, tienen nombre propio: Daniel Efraín Castro. Quien luego sería popularmente conocido por su apodo (Pitufo) fue quien impuso condiciones en ese trazado de 21 kilómetros que habían elegido los dirigentes para desarrollar su actividad. Ese triángulo conformado por las dos avenidas que atraviesan cuan largo es Rivadavia de Este a Oeste (Libertador e Ignacio de la Roza, unidas en su base por Rastreador Calivar y en su vértice superior por el Jardín de los Poetas, era dominado por el ciclista angaquero.

Hoy, con 48 años cumplidos, en su función de entrenador del equipo de la Agrupación Virgen de Fátima, Castro aconseja a sus ciclistas que ‘la pongan contra el bordo’ cuando pisen el boulevard del Campo de La Bebida. Sus palabras se basan en la experiencia propia. ‘Es una subida brava en la que siempre pega el viento de costado’, confiesa quien fuera uno de los ídolos del pasado siglo.

Abriendo el arcón de los recuerdos, el ciclista que supo ganar una Vuelta de Mendoza sacándole 17 minutos al segundo, cuenta que ‘eran torneos bravos’ porque había muchos ‘buenos’ ciclistas. ‘Yo venía con muchas ganas, tenía 18 años y había ganado algunas carreras en los libres y este torneo me vino muy bien. El circuito me gustó de entrada, como será que después de ganar el tercer torneo, pasé a federados y la primera carrera, que fue en ese mismo trazado la gané’, explica con su simpleza habitual, algo que era premonitorio. Debutó ganando.

‘Yo jugaba al fútbol en Angaco y el ciclismo era un hobbie. Después, cuando me di cuenta que podía ganar dinero, me volqué definitivamente a la bicicleta’, recuerda.

Retacón de piernas gordas, que resaltaban por una calza cortita parecida a los pantalones de fútbol que usó la selección argentina de fútbol en el Mundial ‘78. ‘Lo que ocurría es que las calzas con tiradores costaban algo así como 100 pesos y la común, salía 20. Había que economizar.

En un par de años, Daniel se dio el lujo de ganar tres carreras y no participar de la última. ‘Un año me fui a correr a Chile, con los puntos que había sacado nadie podía alcanzarme’, contó quien posteriormente tuvo una carrera brillante entre los federados, llegando al profesionalismo en el conjunto italiano Amore e’Vita.

‘Eran unas carreras muy lindas, podría decir que de tanto ganar tenía más hinchas en La Bebida que en Angaco, me sentía local. La gente con su afecto me hacía sentir muy bien’, culminó.