Buenos Aires, 27 de septiembre.- Un buen primer tiempo, bastante
aguante y un poco de sufrimiento en la parte final, le alcanzaron a
Independiente para quedarse con el clásico ante Racing, que
sigue sin poder escaparle a la Zona de Promoción, por un apretado pero
merecido, 2 a 1.
La buena actuación de Darío Gandín, autor de los dos tanto,
Andrés Silvera y el contraataque como principal arma ofensiva,
fueron las bases en las cuales se sustentó la victoria de equipo
dirigido por Américo Gallego.
Racing, por su parte, pagó caro un erróneo planteo defensivo
en el inicio, y su carencia total de ideas, para generar volumen de
juego y sus consiguientes jugadas de gol.
Independiente tuvo el dominio de la pelota y el territorio por
sobre Racing, durante la mayor parte del primer tiempo y se fue
al descanso con una ventaja (de dos goles), que pudo ser más
amplia, si sus jugadores hubieran acertado alguno de los mucho
contraataques que tuvo a favor.
La diferencia Independiente la marcó en la mitad de la cancha,
porque fue más preciso, tuvo variantes y sobre todo, porque
generó un mayor volumen de juego, facilitado por un Racing, que terminó
acumulando defensores cerca de su arco y poco gente en el medio
para cortar el circuito del equipo dirigido por el ‘Tolo’ Gallego.
Racing no tuvo nada a favor. Caruso Lombardi se equivocó al
arrancar el encuentro con una línea de tres en el fondo, y tampoco
encontró respuestas para atacar, porque los centros, especialmente
con pelota parada, fueron su único argumento.
Las diferencias entre uno y otro se ampliaron con el correr de
los minutos, ayudadas también por el rápido encuentro entre
Independiente y el gol.
A los 2 minutos, Busse envió un centro desde la derecha,
Silvera hizo el amague de ir a buscar la pelota y la dejó pasar para la
entrada de Gandín, quien con un preciso remate depositó el balón
dentro del arco defendido por De Olivera.
Con el resultado en contra, y con Brítez Ojeda y Grazzini
ausentes, llegar al empate, pareció para Racing una titánica tarea. Un
cabezazo de Cáceres, tras un centro de Castroman, que dio en el
travesaño fue la aproximación más peligrosa del local. Y eso quizá
lo diga todo.
El descalabro que fue Racing en defensa terminó de reflejarse
a los 28 minutos, cuando Avendaño le cometió una innecesaria
infracción dentro del área a Mareque, la cual luego fue transformada en
gol por Gandín.
Independiente sorprendió con su postura en el arranque del
complemento. A pesar de que sabía que Racing no sabía como
lastimarlo, prefirió refugiarse en su campo para cederle la iniciativa al
rival.
Y Racing, al igual que en la primera parte, sólo atinó a tirar
centros sobre el arco defendido por Gabbarini. Claro, que a
diferencia de los primero cuarenta y cinco, esa fórmula lo incomodó.
Pero esa vía sirvió para arrinconar a Independiente, pero sólo
generarle dos situaciones de gol en cuarenta y cinco minutos. La
primera se produjo en el arranque de la segunda etapa y fue gol.
Corrían apenas 3 minutos, cuando Castroman bajó un pelotazo
largo, la pelota le cayó a Ramírez, este envió el centro, el cual fue
conectado en el segundo palo por Ledesma, para enviar la pelota
al fondo de la red. Ledesma, jugador de Independiente hasta hace
algunos meses cuando Gallego lo dejó fuera del plantel, tuvo un
medido festejo.
Con el descuento, Racing ganó en confianza y empuje, pero
siguió sin tener la claridad suficiente para quebrar a la defensa de
Independiente. Eso pudo lograrlo Brítez Ojeda, que tras recibir la
pelota luego de una falla garrafal de Gabbarini, remató por encima
del travesaño.
Esta nueva edición del clásico de Avellaneda no tuvo un buen
nivel. La pelota generalmente fue maltratada y salvo algunos lapsos
de Gandín y Silvera, no tuvo figuras desequilibrantes en ambos
bandos. Ganó Independiente porque fue un poco más claro y supo pegar
en el momento justo.