Buenos Aires, 15 de enero.- Nasser Al Attiyah, un príncipe
qatarí que combina su pasión por los rallys con el tiro olímpico,
obtuvo el premio a su insistencia y se llevó su primer Dakar tras
participar en siete ediciones del rally.
Con un inusitado domino de las dunas y un carácter amable y
extrovertido, Al Attiyah se desquitó del fiasco del año pasado,
cuando realizó un gran rally pero no pudo con el español Carlos
Sainz, que le arrebató el Dakar más ajustado de la historia en
coches.
Nacido el 21 de diciembre de 1970 en Doha en el seno de una de
las principales familias qataríes, Al Attiyah está emparentado con
la mujer que amamantó al actual Emir del pequeño estado del Golfo
Pérsico, una relación suficiente como para ser considerado un
príncipe en ese país.
Desde muy joven mostró talento para la conducción. Entre 1990 y
1995 se adjudicó en cinco ocasiones el campeonato de rally de Qatar,
y en 1991 fue el ganador del Desert Fox de Marlboro.
Pese a que su trayectoria marchaba viento en popa, Al Attiyah se
vio obligado a dejar el pilotaje durante siete años porque el
presidente de la Federación de su país pertenecía a una familia
rival y prefería apoyar a sus allegados.
La contrariedad no detuvo al joven emprendedor, amante de la
competición, que decidió optar por otro deporte, el tiro olímpico,
disciplina en la que participó en los Juegos de Sydney y Atenas,
donde se quedó a las puertas de una medalla, que perdió en un
desempate contra un atleta cubano.
En los Juegos Asiáticos de 2002, celebrados en Corea del Sur, Al
Attiyah se llevó la medalla de oro.
El príncipe esperó pacientemente a que el viento soplara a su
favor en su país y que un primo suyo llegara a la presidencia de la
Federación de Motor para volver a practicar su pasión.
En 2003 y 2005 consiguió sus dos primeros campeonatos de rally de
Oriente Medio, trofeo perteneciente a la Federación Internacional de
Automovilismo (FIA).
El 2006 fue un año especialmente fecundo para Al Attiyah, que se
llevó de nuevo el rally de Oriente Medio al volante de un Subaru y
también el campeonato mundial de rally de automóviles de producción,
otro título de la FIA.
Ganó de nuevo el rally de Oriente Medio en 2007 y al año
siguiente se adjudicó el campeonato mundial de rally Cross Country y
la Baja España, ambos con un BMW.
En 2009, consiguió su quinto triunfo en el rally de Oriente
Medio.
En el Dakar debutó en 2002 al volante de un Mitsubishi y logró la
décima posición, lo que hizo que BMW se fijara en él y le confiara
un volante durante tres años más.
El año pasado Al Attiyah subió un escalón en su trayectoria como
piloto y fichó por Volkswagen para tener un automóvil con opciones
de ganar el Dakar, una de sus principales aspiraciones deportivas.
Protagonizó una lucha sin cuartel con su compañero de equipo
Carlos Sainz, con episodios de alto voltaje y alguna que otra
polémica, pero se quedó a las puertas del triunfo.
Este año mantuvo su habitual estilo agresivo al volante y todo
parecía indicar que el Dakar se resolvería de nuevo en un
apasionante mano a mano con Sainz.
Pero el madrileño tuvo dos jornadas nefastas que lo apearon de la
batalla y el príncipe qatarí se llevó plácidamente su primera corona
del Dakar