Recio, duro. Implacable. Fuerte… pero leal. De bajo perfil, de pocas palabras. Protagonista de una vida sacrificada que después de 22 años siendo protagonista del fútbol de San Juan, se retiró en silencio. Se refugió en su gran tesoro que es su esposa, sus seis hijos y los siete nietos que lo tienen loco de felicidad. A los 53 años, Fernando Cortez, El Negro, aquel defensor que metía miedo en cada cruce, sabe que sembró bien en el ambiente y disfruta el cariño de todos en San Juan.

Como todos los días de su vida, el Negro Cortez está al frente de ese remiss que hace ya casi 30 años le da para vivir. Pasó todas. Lindas y feas, amó y ama el fútbol. Hoy, a punto de operarse de los meniscos de la rodilla izquierda, sueña con volver a jugar en los Veteranos, porque como el mismo lo dice ‘nací futbolista, me crie futbolista y moriré futbolista’.

 

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Debutó con 17 años en su querido Colón Junior. Logró ascensos, disfrutó lindos momentos en el Merengue. Luego, vino un derrotero por varios clubes de San Juan: Alianza, Villa Obrera, Arbol Verde, Peñarol, Del Bono y el final, en Sportivo 9 de Julio. En todos ganó amigos. En todos generó recuerdos que hoy atesora. Pero en Atlético Alianza dejó mucho de su corazón. Aquellos cinco años en Santa Lucía lo hicieron sentir el amor de los Lechuzos adentro y afuera de la cancha. Es que la vida no es fácil desde siempre para Cortez y por decisión de dirigentes de Alianza de aquel momento como Recio y Ponce, la Tribuna Norte se convirtió en la casa de la familia Cortez. Le dieron ese espacio, le amoblaron su casita y Cortez se los devolvió haciendo lo que sabía: defender a muerte esos colores.

‘Alianza se ganó mi corazón. Me dio todo, su gente me recibió maravillosamente y el gesto de darme donde vivir fue algo tremendo para mi. Fueron cinco años con esa camiseta y tengo un recuerdo muy lindo como un gol que hice que sirvió para no descender. Alianza me robó parte del corazón porque Colón fue mi cuna’, recuerda emocionado el Negro, tan vez mostrando una cara más frágil que pocos conocen.

 

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Otro de los gratos recuerdos del Negro Cortez pasan por el Barrio Cabot. Arbol Verde lo tuvo como campeón del Apertura en 2009 y el ex-defensor lo valora: ‘Arbol Verde es muy especial para mi. Es un club al que muchos maltratan pero no saben lo bueno que tiene. Su gente es incondicional y para mi fue un ciclo lindo que incluyó ganar un campeonato’.

Pero así como hay cosas lindas, para Cortez también están las feas. ‘Me tocó vivir una situación terrible como familia y como hermano. Hubo una situación entre dos hermanos míos y uno falleció. Eso me marcó. Me dolió, me duele aún. Me acuerdo que no quería saber más nada del fútbol y el profe Mario Oropel me habló tan bien diciendome que jugara en memoria de ese hermano. Volví, jugué, hice un gol y el desahogo fue tremendo. Aún se me llenan los ojos de lágrimas cuando lo recuerdo. Pero claro, el fútbol estuvo ahí para apuntalarme’.

PRESENTE Y FUTURO

 

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Hoy, El Negro Cortéz es solo trabajo en su remis. Como hace ya casi 30 años. No se queja y es feliz con lo que tiene. Vive de casero en una finca en Las Chacritas, que es de los patrones de su esposa que es empleada doméstica. Es feliz con sus hijos, sus nietos, con su vida. Rodrigo es el futbolista de su descendencia y está jugando ahora en La Plata. Eso lo llena, se siente vivo de nuevo. Es más, hasta se entusiasma con hacer el curso de técnico pero el costo del mismo, lo frena. ‘No se puede. 80 lucas es mucho para el momento de mi economía’, dice resignado.

Pero está por dentro ese dolor que lo tiene mal. Y lo resume en una sola frase: ‘Antes de morirme, me gustaría ver a mi esposa y a mi familia en su casa propia. Nunca se nos dio. Estamos inscriptos hace más de 30 años y no pudimos hasta hoy. Ese es mi gran deseo. Es que mi compañera de vida ha sido tan incondicional en todos los momentos que vivimos, que mi sueño es verla en su casa. No pierdo las esperanzas y ya me curé de espanto con promesas que me hicieron y quedaron en la nada’.

Queda en el final, el significado que tiene el fútbol en su vida: ‘Me dio todo, pese a lo poco que tengo en lo material. Me fui en silencio porque no soy amigo de hablar mucho pero se que dejé un lindo recuerdo en todos los clubes por los que pasé. Ese, tal vez sea el gran premio, mi gran conquista. El fútbol es felicidad y asi lo vivi siempre’.