“El deporte me enseñó a respetar siempre. Me entregó la certeza de que nunca hay que rendirse, que siempre hay que seguir”. Esa es la definición que Matías Soto tiene después de más de 30 años viviendo, sintiendo y disfrutando del deporte, siempre en dos ruedas. Arrancó a los seis años con el mountain bike y luego, dio el salto a las motos de velocidad. Su papá, mecánico, mentor e ídolo, lo fue llevando por ese camino.

Aprendió a amar las motos, conoció muchos lugares, consiguió resultados pero encontró amigos y el Mati a eso lo pone por encima de todo. “En el mundo de las motos pude compartir con mucha gente y me dio amigos como Mario Frack, referente mio dentro y fuera de la pista. Eso es lo que queda y lo que atesoro”, remarcó Soto.

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En el motociclismo velocidad, Matías logró conquistar el campeonato chileno de Velocidad, llegó hasta México inclusive y fue parte protagónica de la inauguración del Autódromo San Juan Villicum corriendo en las teloneras del Superbike. Hizo toda la escalera en las motos: desde las 50cc. a las 110cc y luego, los bichos grandes.

Llegó el momento de regresar al MTB y empezó a disfrutarlo. Armó su propio equipo con amigos, como el mismo lo dice, y se fue dando los gustos. Corrió Río Pinto, Vuelta de Mendoza, Traslasierra y todo el calendario sanjuanino. Como siempre, mostrando su calidad humana para ser auxilio de todos en el pelotón porque claro, desde los 20 años empezó a meterse en la mecánica de las bicicletas pasando por varias casas especializadas de venta y mantenimiento hasta conseguir hace siete años su propio taller.

Soto fue haciendose un nombre entre los especilistas en preparación y mantenimiento de las bicis de ruta y de montaña. Tanto que la Selección de Chile lo tuvo como mecánico oficial en varias competencias nacionales e internacionales. En la última Vuelta de San Juan internacional, Matías fue el mecánico del SEP en una de las experiencias más gratificantes que lo marcó para siempre.

Hoy a los 37 en la madurez del deportista que sabe lo que vivió y es un agradecido de lo que pasó por su vida, Soto resume que su gran logro con el deporte fue hacerlo buena persona. Con tres hijos, una pareja a la que ama y todo el cariño por ese taller que tanto quiere, Matías disfruta el momento con una visión muy serena: “Aprendí de todos. De mi viejo, de mis rivales, de mi esposa. De todos. Traté de ser mejor persona cada día, de dejar esa imagen siempre. Hoy veo a mi niño empezando en el deporte y me conmueve. Es lo mejor que le puede pasar a cualquiera: hacer deporte”.

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