Federico Fernández buscó hacer su juego e intentó abiertamente desacreditar a su hijo.
Sergio Fernández no dudó en complicar a su padre. El joven tendrá defensor oficial y también abogado particular.

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Si algún día Sergio Fernández Santa Lucía (31) escribiera sus memorias sobre su relación con su padre Federico Fernández Gizzi (56), el título de la obra bien podría ser: ‘Mi papá, el siniestro’. Esa parece la conclusión más ajustada a la versión que dio ayer el joven ante el tribunal, cuando se confesó ‘arrepentido’ de haber matado de múltiples cuchillazos al abogado Francisco Sirera (61). Y describió a su padre como alguien manipulador, frío, que ‘no es cariñoso y nunca me llevó a una cancha’, que hace firmas distintas e incluso puso a otros presos en contra suya porque él no quería decir que el crimen fue armado por la Policía. Un hombre capaz de atentar contra su propia salud para salirse con la suya, pues llegó a pegarse un tiro en el costado del abdomen para luego denunciar, falsamente, que habían sido unos penitenciarios que le pedían plata (ver recuadro).

Las explosivas declaraciones del joven se conocieron ayer, cuando detalló cómo fue que, con su padre, llegaron en moto hasta la casa de Sirera en Fray Mamerto Esquiú al 460 Este, Capital, la noche del 19 de mayo de 2014, convencido por el hombre para amenazarlo, no matarlo, hasta que todo se salió de ese plan.

‘Mi papá me arruinó la vida entera porque me hizo hacer algo terrible. Desde que estoy preso mi vida es un infierno’, dijo el joven ayer, quebrado.

Al conocer la confesión y las desfavorables descripciones de su persona que hizo su hijo, Fernández Gizzi lo trató de ‘fabulador’ y ‘retardado’. Y volvió a insistir en su ‘inocencia’.

En su desahogo, el joven acusado dijo además: que aquella vez al verlo nervioso y angustiado a su papá porque Sirera les quería quitar una camioneta y embargarles una casa lo convenció a su modo, insistiendo, de que fuera a amenazarlo para que desista. Y que en el camino le pasó un cuchillo que en principio él no quiso aceptar porque le parecía una exageración.

Que se sintió como amenazado por su padre e insinuó que tal vez aceptó ir por esa situación que vivían, a la que sumaba la detención ‘injusta’ de su hermano mayor, ya condenado por un abuso sexual. ‘Era mucho’, precisó.

Relató que esa noche conversó con el abogado, al que no conocía, hasta que se enojó y se asustó al verle el cabo del cuchillo en la cintura. Que él sacó el arma, también nervioso y asustado, el letrado se la quiso agarrar ‘y en un abrir y cerrar de ojos me fui. No recuerdo haberle clavado el cuchillo. Nunca supe lo que hice pero estoy muy arrepentido’, dijo.
También precisó que al huir su padre intentó dejarlo en el lugar.

Otro tramo duro de su exposición fue cuando dijo que, ya en la cárcel, su papá dejaba que la comida se le echara a perder para buscar algún beneficio. O que se vio obligado a pedir el cambio de pabellón porque ponía a otros presos en su contra. ‘A los viejos no se les pega me decían y me querían pegar’.

Agregó además que una vez su papá se las ingenió para que un guardia llevara a su pareja a verlo y que allí la amenazó mandándole a decir que le echara la culpa a la Policía, como se lo mandaba a decir en varias cartas.

‘FABULA’

Al conocer lo que dijo su hijo, Fernández Gizzi hizo su juego e intentó desacreditarlo. ‘Primero, es muy fantasiosa la parte de mi hijo para echarse la culpa él y favorecerme a mi. Sergio tenía un retardo madurativo, se distraía y no aprendía con los compañeros’, dijo, para luego caer infraganti en una mentira: ‘mi hijo me acaba de decir que dijo el ‘Chino’ Víctor (Díaz, homicida) lo aconsejó decir eso para salir y darles el gusto a ustedes (por el tribunal, que lo reprendió varias veces por su actitud)’, pero un policía lo desmintió al decir que nunca hablaron. El acusado insistió en que no tenía motivos para matar a Sirera, al que trató de amigo, pese a las pruebas en su contra.

 

Relato desgarrador

La viuda del abogado asesinado, Yaqueline Morino, revivió ayer en la Sala II de la Cámara Penal, cómo fue que sufrió el trágico fin de su marido, una situación que pareció presentir ya desde la mañana de aquel nefasto día. En su desgarrador relato, complicó también a los acusados.

 

Sergio complicó dos veces a su padre

 

Sergio Fernández complicó por partida doble a su papá ayer. Primero, como cómplice en el homicidio del abogado, que el hombre se empecina en negar. Y la denuncia que su padre realizó por aquel balazo en el costado derecho de su abdomen, que sufrió el 10 de noviembre de 2013 en la puerta de su casa y que atribuyó a penitenciarios que le pedían plata para que no los denunciara por golpear a su otro hijo preso. ‘Me llamó para que lo lleve al hospital pero llegué y estaba bien, yo no entendía, hasta que se subió al techo y se pegó un tiro. Luego acusó a los penitenciarios’, dijo Sergio.