El lugar. Al fondo, el almacén al que pretendían llegar las dos nenas. Cuando cruzaban la calle fueron atropelladas y murieron. Clientes de ese negocio que esperaban ser atendidos afirmaron que vieron que el Peugeot 404 las embistió.

El conductor que se puso a disposición de la Justicia tras la muerte de las dos nenas que fueron atropelladas en Pocito afirmó que fue otro automovilista quien las embistió y que el cuerpo de una de ellas voló y cayó sobre el capó de su Peugeot 404. Y que su error fue no detenerse, pero que no lo hizo "por el temor a que le hicieran algo", según Federico Ticle, abogado de ese hombre llamado Sergio Eduardo Arenas (30), un jornalero que cuando se presentó en la seccional 7ma tenía 1,19 gramos de alcohol por litro de sangre.

Las víctimas se llamaban Ailem Páez y Julieta Farías. Tenían 11 años, eran amigas y vecinas del Barrio Cruce de los Andes, ubicado en la zona pocitana de La Rinconada. También eran compañeras de la escuela Antonino Aberastain. "Siempre andaban juntas, iban para todos lados", indicaron ayer en el barrio. Lo último que hicieron fue intentar cruzar la Avenida Joaquín Uñac (Mendoza) para ir a un almacén, alrededor de las 22 del último viernes. Ambas fueron atropelladas por un automovilista que circulaba por la Avenida Uñac en dirección al Norte, unos 200 metros antes de la calle 13. El cuerpo de Ailem quedó tendido cerca de donde fue el impacto, mientras que Julieta fue llevada en el capó del vehículo hasta la esquina de la calle 13, donde el homicida dobló hacia el Este para huir y ella cayó al asfalto. Las pequeñas sufrieron gravísimas lesiones y llegaron sin vida al Hospital Federico Cantoni, dijeron fuentes policiales.

Julieta Farías. El auto la llevó sobre el capó más de 200 metros.
Ailem Páez. Menor de 6 hermanos, vendía semitas con su mamá.
Sergio Arenas. Conducía el Peugeot 404. Cuando se entregó estaba ebrio.

"Se escuchó un impacto fuertísimo. Cuando salí a la calle vi a la primera nena y me puse muy nerviosa. Levanté la vista y habían zapatillas y gomones. Un señor dijo que había otra nena, que andaba con otra y que debía estar por ahí. La empezamos a buscar por las cunetas, por todos lados y después la vieron en la calle 13. El del auto iba ciego, nunca frenó. Unas motos trataron de seguirlo pero iba a tanta velocidad que no llegaron a pillarlo", dijo Lucía, dueña del almacén ubicado a apenas unos metros de donde fue el siniestro.

Varios testigos (inclusive unas personas que estaban en el negocio esperando ser atendidas) aportaron a la Policía que el auto era un Peugeot 404 o similar, color blanco. De inmediato los investigadores empezaron a buscarlo, pero no tuvieron suerte. Recién a eso de las 4 de ayer, unas 6 horas después del siniestro, llegó el abogado Ticle a la seccional 7ma preguntando si estaban dadas las condiciones de seguridad para que su cliente se presentara. Con el visto bueno, Arenas se puso a disposición y cuando le hicieron el control de alcoholemia la pipeta arrojó que tenía 1,19 g/l, es decir, más del doble que lo permitido por ley (0,5 g/l).

Ahora su defensor intentará instalar que en realidad un auto que iba delante del de Arenas fue el que atropelló a las víctimas. Es más, ya adelantaron a este diario que se trataría de un Renault 12 conducido por una mujer. "Fue a la comisaría a ponerse a disposición, no se fue a entregar como culpable del hecho", explicó Ticle. Luego los pesquisas encontraron el Peugeot en el domicilio del hombre, en Carpintería, Pocito. Personal de la División Criminalística lo peritó y ese informe será clave, pues ayudará a determinar si la versión del acusado es o no real.

En la Fuerza dijeron que no descartan nada, pero que les resulta poco creíble esa hipótesis. Mientras, Arenas continúa detenido.

Dolor. La madre de Ailem Páez llega llorando al velorio, mientras es sostenida por dos familiares para que no se caiga. Le tuvieron que dar calmantes.

DOLOR

Caras largas, de tristeza, tenían ayer los vecinos del barrio donde vivían las víctimas. "Con mi mujer no se puede hablar, no hay calmante que la controle, está destrozada", dijo Ernesto Figueroa, pareja de la madre de Ailem. "Dicen que el Peugeot venía muy rápido, yo no sé. También tenemos la duda de si realmente fue ese hombre que se entregó o si se hizo cargo de algo que no hizo. Lo que queremos es justicia, que alguien pague. Ahora quiero ver si en San Juan existe la justicia, esto no puede quedar impune. Nadie les va a devolver la vida, les c... la vida a dos familias", agregó.

"La nena siempre andaba con mi mamá, era como su sombra. Dejaba de jugar para ayudarle a vender semitas, no le gustaba dejarla sola", dijo entre lágrimas una hermana de Ailem.

Por otro lado, los vecinos se quejaron de la iluminación que tiene ese tramo donde ocurrió el siniestro. "Esta calle se ha puesto muy peligrosa y la iluminación es muy mala. De noche no se ve nada", afirmó la almacenera.