Madre de cinco hijos de tres padres distintos. Víctima de violencia de género por parte de esos sujetos. Sin trabajo estable y con una magra remuneración de unos $2.000 por cuidar, de vez en cuando, a una mujer. Un cuadro de pobreza extrema que la llevó a no poder salir de la dependencia de su madre, que a su vez también atravesaba penurias económicas porque se mantenía con su pensión y la de un hijo con retraso madurativo. Y un condimento extra: la rigurosa presión de su propia madre que, luego del quinto hijo y otra frustrada relación de pareja, la recibió en su casa con la inflexible consigna de no tener más chicos. Tal fue la presión psicológica de esa mujer, que Adriana Benita Ortiz (29) vivió su sexto embarazo de manera traumática, con altos cuadros de ansiedad y angustia, al punto de negarle a su madre que estaba embarazada y, al final, tomar la determinación más drástica para terminar con ese conflicto: eliminar a su propio hijo apenas nació, con unos 6 meses de gestación. Todo indica (Ortiz dijo no recordarlo) que el parto ocurrió entre el 15 y el 17 de diciembre de 2015 en el baño de su casa en el Lote Hogar 4, en Chimbas. Al bebé lo hallaron recién el 21 de ese mes, cuando un perro aprovechaba sus restos.

Todos esas circunstancias fueron enumeradas ayer por el fiscal José Eduardo Mallea, cuando argumentó ante el juez Maximiliano Blejman (Sala III, Cámara Penal) que si bien Ortiz resultaba a las claras responsable por ese crimen castigado con perpetua (homicidio agravado por el vínculo), había también que evaluar, porque si así lo impone la ley, si habían mediado o existido en el caso circunstancias extraordinarias que atenuaran ese duro castigo.

Y entendió que esa previsión se cumplía en el caso de Adriana Ortiz. Y ante esa situación la ley prevé que la condena máxima se rebaje a la escala de un homicidio simple (de 8 a 25 años) y por eso el fiscal pidió una condena de 12 años de cárcel.

El defensor oficial Carlos Reiloba elogió el alegato fiscal y destacó el informe psicológico, que reveló que Ortiz no se identificaba como madre (sus hijos le llamaban así a su abuela), que a causa de la presión materna, tenía una distorsión de la realidad y que hasta pudo matar en estado de psicosis puerperal. Pidió un castigo de 8 años.

El juez Blejman adhirió al planteo de las partes y condenó a la acusada a 13 años de cárcel.

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Conmovida. Adriana Ortiz lloró en varios tramos de los alegatos. Antes del fallo, refirió la pésima relación con su madre. En la cárcel, volvió a tener otro hijo (el séptimo) fruto de su relación con un preso.
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Las circunstancias atenuantes se contemplan para los homicidios agravados por el vínculo
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----El caso Rosa Bravo -------Es la tercera vez que en la Sala III de la Cámara Penal atenúan la pena a una filicida por circunstancias extraordinarias. El primero de esos castigos atenuados lo recibió Rosa Bravo el 3 de mayo de 2007, por haber matado a su hijo varón cuando nació en Santa Lucía. El tribunal evaluó, tal como el fiscal, que cabía tomar esa salida por la violencia paterna que sufrió desde niña, haberse decidido a la prostitución para sobrevivir y no saber de quién era el niño que asesinó, hallado el 3 de junio de 2005. El 6 de julio de 2012, volvió a ser condenada a 2 años y 6 meses por abortar en la cárcel.

---El caso Sabrina Zafra --- El otro antecedente es más reciente: el 21 de setiembre de 2015, Sabrina Zafra fue condenada con una pena atenuada al mínimo de la pena prevista para esas circunstancias extraordinarias, 8 años de cárcel. La joven era madre de 7 hijos (en el Penal de Chimbas tuvo una novena criatura), era sometida sexualmente por su pareja y vivían en la extrema pobreza, al punto de que se mantenían con un plan estatal de $1.800 y dormían todos en un cuarto de 4 metros por 4, en Capital. El tribunal entendió que el 20 de septiembre de 2013, ahogó a su recién nacido en la mochila del baño.