Día clave. Hoy el tribunal escuchará las últimas palabras de la acusada Claudia Moya y luego dará a conocer su veredicto.

Un homicidio agravado por el vínculo, castigado con perpetua. La absolución por inimputabilidad, al no poder dirigir sus acciones. O en todo caso, una pena de 8 años por las circunstancias extraordinarias de atenuación, como el violento vínculo entre ambos. Esas tres opciones de sentencia fueron planteadas ayer a los jueces Eugenio Barbera, Maximiliano Blejman y el subrogante Ernesto Kerman (Sala III, Cámara Penal) en los alegatos sobre un caso resonante: el crimen de Alfredo Turcumán (28) apuñalado en el corazón por su esposa Claudia Moya (24) la noche del 13 de junio de 2017 y muerto 9 días después, el 22 de ese mes, a causa de esa herida.

Para los fiscales José Eduardo Mallea y Claudia Salica no hay dudas de que no hubo accidente ni pelea, pues ella quiso matarlo. Y calificaron ese delito como un homicidio agravado por el vínculo, cuya única pena posible es perpetua.

Al enumerar las pruebas para reforzar sus argumentos, destacaron el informe médico que habló de tres puntazos, incluido el letal, más rasguños y otras lesiones al momento del ataque. La "alta energía" empleada para clavarle el cuchillo 7 centímetros en su cuerpo, lo que descarta el accidente, dijeron.

También el carácter posesivo de la acusada, su personalidad violenta descripta por varios testigos, principalmente sus dos exparejas, uno de los cuales dijo atravesar la misma situación que Turcumán, golpes, amenazas y lesiones de tal calibre que, igual que el fallecido, lo obligó a denunciar y recibir como respuesta "la burla" de la Policía.

"(Su conducta posesiva, violenta y amenazadora) eran el modo de tener cautivas a sus presas", precisó la fiscal Salica y agregó: "hicieron una Comisaría de la Mujer, pero se olvidaron que la violencia es una conducta humana, no una característica de uno u otro sexo".

Mención aparte mereció la primera versión del hecho que dio Moya, recién en el juicio, luego de admitir que había mentido cuando habló de que su marido se autolesionó por arreglar un auto o una puerta. "Tuvo un año para gestarla y prepararla (a su versión) luego de conocer las pruebas en su contra", dijo el fiscal Mallea, quien cuestionó la prueba matriz de la defensa, el informe del médico psiquiatra Héctor Del Giúdice.

"Curiosamente la acusada empleó las misma expresión que Del Giúdice: "de tener otra cosa también le hubiera pegado con eso", dijeron ambos", mencionó el fiscal, para luego descalificar al psiquiatra por "excederse" en su objeto de pericia, que era analizar la personalidad de la imputada, y no elaborar una hipótesis sobre cómo ocurrió el hecho al decir que tuvo una "reacción defensiva, irreflexiva". E incluso formular un posible perfil de la personalidad del fallecido, en base a los dichos de ella.

Los abogados de la familia Turcumán, Mario Padilla y Pablo Sánchez, adhirieron a los argumentos y el pedido de pena de Fiscalía, y a su vez enumeraron el historial de situaciones que -a su juicio- demostraron que Moya es violenta, como los mensajes de texto de ella con apelativos como "bolud..., chot..., pelot...", sin respuesta agresiva de la víctima.

Absolución por inimputabilidad o menguar el castigo por las extraordinarias circunstancias del hecho, como el vínculo violento entre ambos, fueron el planteo del defensor oficial Carlos Reiloba. ¿Qué hicimos por ellos como familiares, amigos, sociedad o Estado? Todos sabían pero ellos cosecharon rechazo y aislamiento, terminaron viviendo entrampados en un vínculo patológico", dijo Reiloba.