La primera piedra atravesó, certera, la visera del casco y se estrelló en el rostro de Analía Martínez (35). En el acto perdió el control de la moto Corven 110cc que guiaba y pasó directo a un canal con uno de sus mellizos de 14 años y la menor de sus cuatro hijos, de 7. Lo que siguió pareció sacado de una película de terror, porque ya indefensa, la mujer fue encarnizadamente atacada a pedradas en la cabeza por dos de los tres delincuentes, que llegaron a partirle en dos el casco que llevaba puesto. En el descontrol, su pequeña hija también resultó golpeada (recibió 4 puntos de sutura en la frente) y su hijo forcejeó hasta que pudo sacarle el celular de la cintura a su mamá y entregárselos para que se fueran. Eran alrededor de la 1,15 de 5 de diciembre del año pasado, y reinaba la oscuridad en aquel tramo de la Calle 6 unos 300 metros al Oeste de Frías, apenas pasando el barrio Huarpe, en Pocito.

Tras la violenta agresión, Analía quedó en el canal con su moto. Y fue necesario que un vecino improvisara un puente con una tarima para sacarla, empapada, sangrando, convulsiva.

Entonces fue que ese vecino explicó algunas sospechosas situaciones previas. Ese día, por el calor, se quedó hasta avanzada la noche a cortar el pasto de su casa y de a ratos escuchaba ruidos en la calle. En una de sus salidas advirtió que habían roto la lámpara del alumbrado público. En otra, escuchó el motor de una moto, un golpe e instantes después vio a dos sujetos (su esposa vio tres) que pasaron a mil por un descampado pegado a su casa rumbo al barrio Huarpe, "con un casco o un celular en sus manos".

Aquel día, el último de Analía, había sido muy especial, porque luego de 15 años había vuelto a ver a su padre, del que se había distanciado tras separarse de su mamá. Por eso partió de su casa a la de uno de sus hermanos, para reencontrarse con él, para que conociera en persona a dos de sus nietos.

Emanuel Jesús Millán (19).

Ese encuentro se prolongó hasta tarde. Y alrededor de la 1 del 5 de diciembre decidió volver con sus hijos en moto a su casa en el barrio Conjunto VI, en Pocito. Nunca llegaría a destino.

Tras ser rescatada del canal pasó al hospital Rawson. Allí llegó con el cuerpo frío y los primeros indicios de que había sufrido daños neurológicos. Al principio pareció mejorar, pero luego de seis operaciones su estado empeoró y al cabo de tres meses dejó de existir, el 4 de marzo pasado.

Cuando buscaron a sus atacantes, el nombre "Mechita" sonó entre los investigadores y con razón: al allanar la casa del barrio Huarpe donde vive ese joven que se llama Facundo Nicolás Tejada (20), encontraron la funda del teléfono con una foto de la víctima. Tras esa captura pudieron sospechar que el otro implicado era su hermano menor (investigado en la Justicia de Menores) y un tal Emanuel Jesús Millán (19), que vive en el barrio Teresa de Calcuta.

Después de su arresto Tejada dijo que la madrugada del ataque estaba en su casa porque al otro día tenía que trabajar de albañil, pues tiene dos hijos que mantener, negó que le dijeran "Mechita" y acusó a la Policía de plantarle evidencia. Millán no declaró.

Para entonces ambos estaban muy complicados, sobre todo por una prueba clave: el hijo de Analía, también víctima, no dudó en reconocer los rostros de los sujetos que le habían arrebatado a su mamá para siempre.

Por eso la jueza Mabel Moya (2do. Juzgado de Instrucción) procesó ambos con prisión preventiva por robo seguido de muerte, un delito con penas de entre 10 y 25 años.