Conquistó a su pareja con una imagen fingida de buen hombre. Pero cuando comenzó a convivir con esa mujer separada que tenía una nena de 12 años, se corrió el velo y quedó al descubierto su verdadera personalidad. Agresiones verbales y psicológicas, se alternaban con una intolerancia tan extrema, que los mínimos errores se pagaban con insultos y, en el caso de la niña, pidiendo perdón de rodillas. Lo más dañino para esa nena llegó cuando cumplió 13 años, pues empezó a ser manoseada y violada, con una frecuencia casi diaria, durante 7 años. En el medio, soportó un control excesivo de su padrastro, con su teléfono, con sus amistades, con la prohibición tajante de tener novio. En el medio también, su hermanita de 4 años, hija en común de ese sujeto y su madre, vio una de esas violaciones. La seguidilla de ultrajes acarrearon además otros graves episodios, dos embarazos: uno a los 14 años que su padrastro se encargó de eliminar con pastillas. Y otro a los 20 años, que la propia víctima decidió no frustrar.

Entonces su padrastro mostró por enésima vez su faceta manipuladora y perversa. Armó un libreto para que su madre no supiera: le dijo a la chica que dijera que el bebé era de un compañero que no quiso hacerse cargo y que ella decidió tenerlo, sin querer saber nada de ese novio ocasional. Y la madre lo creyó.

A los 14 años la embarazó y la hizo abortar. Tras el segundo embarazo por un abuso, ella decidió tenerlo

Pero la joven ya estaba cansada y se fue de la casa, cuando los problemas económicos se acentuaban, pues su padrastro no trabajaba (era remisero) y la única que aportaba era su mamá.

Un noviazgo, previas amenazas al novio de su padrastro, sirvió también para que finalmente decidiera contarle todo a su madre. El 11 de agosto, la joven comenzó a reclamar justicia y enseguida su padrastro cayó preso, con pruebas comprometedoras: en su teléfono y tarjetas de memoria, encontraron 18 videos pornográficos, varios de los cuales contenían pornografía infantil, según consta en el expediente.

Esa detención sirvió para que el sospechoso (tiene 48 años y no se lo identifica para preservar a la víctima) desplegara otra vez su poder manipulador: ante un juez dijo que había sido la propia jovencita quien lo buscó para tener relaciones cuando tenía 18 o 19 años. Y que a partir de entonces comenzó a chantajearlo para obtener favores suyos (dinero, permiso para juntarse con otros novios) a cambio de no decirle nada a su madre.

Esa versión, sin embargo, cayó en saco roto porque los pesquisas judiciales cotejaron sus dichos con otras evidencias y la balanza arrojó un resultado negativo para el acusador.

Al punto de que cuando llegó a juicio en la Sala II de la Cámara Penal, resolvió que el mejor camino era evitar un juicio común y aceptar un proceso abreviado. Por medio de su defensor oficial Marcelo Salinas, acordó con al fiscal Daniel Galvani, purgar una pena de 9 años de cárcel por los delitos de abuso sexual con acceso carnal agravado por la situación de convivencia y tenencia de pornografía infantil, dijeron fuentes judiciales.

El juez Juan Bautista Bueno aceptó ese acuerdo y le dio el mismo castigo, pues la ley le impedía aplicar uno mayor.