"¿Nombre?, Ricardo Dante Lozano. ¿Edad?, 54 años. ¿Tiene algún apodo, cómo le dicen?; Ricardo. ¿No le dicen "Richard"?, mm". Ni sí ni no, un gesto evasivo con la cabeza fue la única respuesta de ese sujeto, que pasó por ese interrogatorio varias veces. Las preguntas de ayer, puntualmente, apuntaban a constatar sus datos personales y también algo más relevante para su suerte en una causa penal: saber si aceptaba haber sido parte de aquella banda de tres sujetos (dos de ellos vestidos como policías), a quienes se les atribuye haber cometido un violento asalto contra una familia de Villa Krause, Rawson, en la siesta del 22 de noviembre de 2019.

"Richard" Lozano admitió que tuvo una "participación principal" en ese robo agravado por el uso de un arma, cuya aptitud para el disparo no se pudo probar, al no haber ninguna secuestrada.

También admitió que está dispuesto a cumplir 3 años y 4 meses de cárcel por ese delito, algo que lo pone a un paso de volver a prisión, donde pasó 2 años preso por ese caso y quedó libre por el vencimiento de los plazos de su prisión preventiva. Su "confesión" fue parte medular del acuerdo de juicio abreviado logrado con la fiscal Marcela Torres a través del defensor oficial, Marcelo Salinas. Y ayer fue ratificada ante el juez Miguel Dávila Saffe (Sala I, Cámara Penal), que ahora debe resolver.

Que vuelva a la cárcel es una posibilidad cierta para Lozano, porque cuando ocurrió ese atraco gozaba de un régimen de "libertad asistida" en la última de las cuatro condenas previas que registra: una de 2 años y 10 meses por hurto calificado que le aplicaron el 4 de diciembre de 2018, dijeron fuentes judiciales.

Previo a ese castigo, en la planilla de este sujeto figuran otra de 5 años por hurto, encubrimiento y portación de arma, que recibió el 2 de julio de 2014. Y otras dos más de casi 20 años atrás: 6 años y 6 meses por robo a mano armada, que le dictaron el 22 de febrero de 2006. Y una de 2 años por hurto simple, a la que fue sentenciado el 4 de noviembre de 2004.

El día que Lozano participó en el asalto a la familia Castro en la calle San Roque, en Villa Krause, se limitó a manejar el VW Golf bordó en el que llevó a sus dos cómplices hasta el blanco elegido, ambos vestidos en su parte superior con ropa policial.

Según la acusación, Lozano quedó estacionado cerca de la vivienda, mientras los otros dos delincuentes entraban por la cocina y atacaban a golpes de puño y con armas a la pareja dueña de casa. Un yerno que quiso enfrentarlos también terminó golpeado y fue por eso que la hija de los Castro los llevó hasta una habitación y les entregó los únicos $20.000 que tenían. En todo momento los sujetos pidieron dólares y les dijeron que era una batida, pero al final se fueron con ese dinero y el teléfono del yerno de los Castro.

Lo que siguió fue todo un dolor de cabeza para la banda, porque en la huida a pie de la casa se les cayó un arma y debieron devolverse a levantarla. Porque el auto conducido por Lozano tuvo fallas mecánicas y en algún momento tuvieron que empujarlo (luego lo abandonaron). Y porque en ese desprolijo escape, hubo varios testigos que los vieron y las cámaras de seguridad del CISEM también los captaron. Al analizar esas imágenes, los policías pudieron identificar a Lozano.

Cuando allanaron su casa, encontraron el celular robado y unos $3.700 que, se sospechó, eran parte del botín.

Cuando se defendió, Lozano dijo que el teléfono no era suyo y aseguró que esa tarde estuvo en su casa porque era el encargado de abrir el comercio de su padre. Su versión, sin embargo, fue considerada muy endeble ante las contundentes pruebas en su contra.