Destruida quedó la camioneta que volcó en Los Berros. Los cuerpos salieron despedidos y tres de los cinco ocupantes no sobrevivieron. La Policía cree que mordió la banquina por hacerle lugar a un camión que lo quería rebasar.

"Era un verdadero laburador. No le hacía cara fea a ningún trabajo, lo que sea. Era muy emprendedor", dijo la familia de David Pelayes (44), uno de los tres caleros (iban 5) que murieron en el vuelco de la camioneta del último lunes ocurrido en Los Berros, Sarmiento. Omar, un hermano, ayer no encontraba consuelo porque no podía creer que la desgracia de "el Negro" empezó por una simple casualidad: a esa Chevrolet S10 que terminó a los tumbos en la ruta 153 nunca se tendría que haber subido.

David "el Negro" Pelayes, de Los Berros,
era padre de dos niños.

Eran las 19 y los operarios de la empresa subcontratista que habían estado trabajando en el revestimiento de un horno calero, en Divisadero, comenzaban a salir después de una larga jornada de trabajo. La obra llevaba dos meses y desde que empezó, Pelayes se volvía a su vivienda, ubicada en el barrio Fomento de Los Berros, en la camioneta de su sobrino. Pero el lunes tuvo una demora que le terminó costando la vida. "Supuestamente se demoró en marcar la tarjeta y se subió a otra camioneta, justo la que después se dio vuelta. Es increíble el destino", se lamentó el hermano. "El Negro" tenía dos hijos, de 9 y 5 años. "Eran su vida", dijeron.

Diego Álvarez, de Tandil.
Era el conductor de la Chevrolet S10.

Al vehículo de la desgracia lo conducía Diego Álvarez (40), oriundo de Tandil, Buenos Aires, otra de las víctimas fatales. Las sospechas de que perdió el control del rodado porque intentó esquivar un animal perdieron fuerza y ahora los investigadores policiales creen que mordió la banquina cuando intentaba hacerle lugar en la calzada a un camión que lo intentaba rebasar, indicaron los voceros.

Antonio "Chato" Tejada, de Albardón.
Era un experimentado calero.

El otro fallecido fue el albardonero Antonio Tejada (55). "Chato", como le decían, vivía en el barrio César Elizalde y era un experimentado obrero calero con varios años de servicio en el rubro. El hombre trabajó durante 28 años en Minera Tea (Sibelco), pero hace un par de años fue despedido. Con el dinero de la indemnización, se puso un local de venta de cerámicos en Albardón, pero con el afán de sumar ingresos para poder darle lo mejor a su esposa y sus 6 hijos, aceptó la propuesta de la subcontratista para trabajar en esa obra. "Se fue a trabajar a la calera para arrimar un mango más. Y ahora pasa esto. Es algo repentino, no esperado. Te pega mucho", dijo Horacio Tejada, uno de sus hermanos. Y se lamentó porque "Chato" estaba a un paso de mejorar su trabajo. "Estaba esperando que lo llamaran de Chile, donde fue a rendir una prueba. Lo llamaron de una empresa minera, fue a tres entrevistas y en menos de un mes le contestaban si lo contrataban", contó dolido.

Los otros ocupantes, Sebastián Guerra (32) y Kevin García (23), ayer recibieron el alta.