Su mamá terminaba de tomar una de las más importantes decisiones de su vida, casarse, apenas un año después de haber iniciado una relación con ese hombre que se convertiría en el padre de su segundo hijo. Pero puertas adentro, esa no fue la más trascendente decisión para su hija mayor, pues cinco años después, cuando la relación matrimonial comenzó a flaquear y se separaron, la niña (ya con 16 años) rompió el silencio al que estaba sometida a base de amenazas, y pudo contarle a su mamá que había atravesado los peores momentos de su vida mientras convivió con su padrastro. Según fuentes judiciales, la jovencita le contó que comenzó a manosearla cuando tuvo 9 o 10 años (en 2013, cuando se casaron) y en una ocasión se metió a su habitación y la violó. Recordó con claridad que el peor de los ultrajes ocurrió antes de que cumpliera 12 años.

Entonces la ruptura matrimonial se tornó irreparable, porque el 21 de mayo pasado la mujer denunció. Y la declaración en Cámara Gesell de su hija, el informe médico y las conclusiones de los psicólogos que entrevistaron a la menor, resultaron pruebas muy comprometedoras contra ese hombre que tiene 45 años y es empleado de seguridad.

Fue detenido el 19 de mayo pasado y ahora uno de los fiscales coordinadores de la UFI Anivi, Raúl Iglesias, ya le anticipó al juez de garantías Juan Gabriel Meglioli, que cuando sea el momento del juicio pretende una condena de 15 años para el acusado. El fiscal también solicitó $100.000 de reparación por el daño causado a la víctima, pero el magistrado rechazó este último planteo porque consideró que debió ser la víctima la que reclame.

El pedido de Fiscalía ocurrió durante la audiencia de control de acusación, en la que las partes ofrecieron las pruebas a tener en cuenta cuando llegue el momento de hacer el juicio a ese imputado que no declaró, pero a través de su defensa negó haber cometido los manoseos y la violación que le atribuyen.