La Justicia sanjuanina confirmó una dura condena contra Ezequiel Leonardo Tello, alias “El Bruja”, quien fue sentenciado a 17 años de prisión de cumplimiento efectivo y declarado reincidente por el crimen de su hijastra, Milagros, una nena de 10 años que murió tras recibir un disparo en el abdomen. El caso, ocurrido en el barrio Constitución de Santa Lucía, había conmocionado profundamente a la provincia.
El hombre a través de sus abogados Claudio Vera y Ester Iragorre llegó a un acuerdo de juicio abreviado con el fiscal Francisco Micheltorena y el fiscal ayudante Emiliano Pugliese. El acuerdo fue homologado por el tribunal integrado por los jueces Eugenio Barbera, Diego Manuel Sanz y Flavia Allende.
El fatal episodio ocurrió durante la madrugada del 26 de diciembre de 2024, cuando Tello, de 31 años, salió a la calle a realizar disparos al aire con un revólver calibre 22 largo. Minutos después, al ingresar nuevamente a la casa de su pareja —madre de la víctima—, efectuó un nuevo disparo cuyo proyectil perforó el abdomen de la niña, atravesando el estómago, el hígado, parte del intestino y alojándose en la zona de la cadera. Milagros agonizó apenas unos minutos.
En medio del caos, uno de sus hermanos mayores cargó a la pequeña en brazos y recorrió dos cuadras hasta llegar a calle Necochea, donde una ambulancia equipada para emergencias intentó reanimarla. Sin embargo, no pudieron salvarla.
Tras la muerte de la menor, se desató una situación violenta: el hermano de la víctima fue detenido por la Policía y luego logró escapar rompiendo un vidrio del patrullero, hasta que finalmente fue recapturado. En ese momento reveló quién había sido el autor: “Fue el Tello, fue el Tello”, decía desesperado.
Minutos después, los efectivos llegaron hasta la casa del padre de Tello. El hombre autorizó el ingreso: “Ahí está en el fondo, no sé lo que habrá hecho”, dijo. Allí encontraron al acusado y también el revólver calibre 22, escondido debajo de un árbol, junto a una caja con 22 proyectiles y una vaina servida.
Durante las primeras horas de trabajo, la UFI Delitos Especiales —a cargo del fiscal coordinador Francisco Micheltorena, junto a los ayudantes fiscales Emiliano Pugliese y Agostina Ventimiglia— determinó que no era la primera vez que Tello hacía disparos en la vía pública. Los vecinos lo describieron como un hombre violento, odiado en el barrio por sus agresiones a mujeres y menores. En la calle y en una acequia se hallaron 21 vainas servidas, lo que refuerza la hipótesis de que el disparo mortal fue el número 22.
El prontuario de Tello también jugó un rol clave. El acusado tiene antecedentes desde 2008, incluyendo causas por robos, lesiones, amenazas, daños y resistencia a la autoridad, además de dos pedidos de captura previos.
Con la condena de 17 años de prisión efectiva y la declaración de reincidencia, la Justicia cerró uno de los casos más conmocionantes del último tiempo, marcado por la violencia, los abusos previos y la tragedia que terminó con la vida de una niña inocente.

