Los datos preliminares de la autopsia arrojaron que Mario Alday (78), el jubilado hallado asesinado ayer en la Villa del Carril, murió por asfixia y que además presentaba golpes, sobre todo en la zona de la cabeza.
Los voceros comentaron que el cuerpo estaba amordazado y atado de pies y manos. Tenía múltiples lesiones y un fuerte golpe en la cabeza que derivó en una hemorragia interna que le produjo la asfixia mortal, señalaron fuentes judiciales.
Lo que les llama la atención a los investigadores es que los ingresos de la casa no estaban violentados, por lo que presumen que Alday conocía al atacante. Por ahora no se pudo determinar si en la vivienda faltaban pertenencias, por lo que no se sabe si el móvil del crimen fue el robo. No se descartan otras posibilidades.
Los vecinos percibieron el olor a quemado a eso de las 7,30 de ayer. Entonces llamaron al dueño de esos departamentos ubicados al 1065 Oeste de la calle José Manuel Estrada, en Villa del Carril, Capital, para informarle. Y ese hombre les dijo que derribaran la puerta y entraran si era necesario. Eso hicieron, pero en la oscuridad no notaron nada raro, cerraron todo para no ventilar ni avivar las llamas que aún había y llamaron los Bomberos, que terminaron de controlar el siniestro. Entonces se produjo una revelación espantosa: el morador de ese lugar, estaba en entre la cama y la puerta de una de las dos habitaciones del lugar, atado de pies y manos, con evidentes lesiones de golpes en el rostro.
En el acto arribaron al lugar pesquisas policiales y peritos al mando del fiscal Sebastián Gómez y los ayudantes fiscales, Agustina Pérez y Adrián Elizondo, y enseguida también los fiscales coordinadores de la UFI de Delitos Especiales, Iván Grassi y Francisco Micheltorena.
Alday estaba jubilado del área administrativa de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ) y alquilaba en el lugar donde lo encontraron muerto, dijeron fuentes judiciales.
Los pesquisas sospechan que el homicidio y el incendio (todo indica que lo iniciaron en la cama) fueron parte de la maniobra para borrar huellas, por un lado, y para evitar que la víctima los denunciara. Por eso suponen que el ataque fue perpetrado por una o más personas a las que la víctima conocía y, tal vez, dejó entrar durante la noche.

