Villa Aeroparque, en Pocito, quedó conmocionada tras el hallazgo de Alejandro Balmaceda, un hombre mayor conocido por todos como “El Cafetero”, que apareció muerto en su propia vivienda en circunstancias impactantes. La escena, que involucró a sus seis perros y restos óseos humanos esparcidos en el lugar, abrió una investigación judicial que todavía intenta esclarecer lo sucedido.

Balmaceda llevaba meses sin ser visto en el barrio. Al principio su ausencia pasó inadvertida, ya que era un hombre reservado, solitario y que rara vez recibía visitas. Sin embargo, con el correr de los días, la inquietud fue creciendo. La clave estuvo en el comportamiento de los animales que él cuidaba: se tornaron cada vez más agresivos, no dejaban acercarse a nadie y ladraban con violencia a todo aquel que pasara por la casa. Esa conducta encendió las alarmas entre los vecinos, quienes finalmente dieron aviso a la policía.

Cuando los efectivos de la Comisaría 6ta llegaron al lugar, se toparon con una situación extrema. El ingreso a la vivienda era imposible porque los perros dominaban el espacio. Fue necesario convocar a personal especializado de la Secretaría de Medio Ambiente para contenerlos y garantizar la seguridad. Una vez controlada la jauría, los uniformados ingresaron y se encontraron con un panorama estremecedor: huesos humanos esparcidos en el fondo de la propiedad.

Con el correr de las horas se confirmó la identidad del fallecido. Se trataba de Alejandro Balmaceda, aquel hombre al que hacía meses nadie veía. En la zona lo recordaban como “El Cafetero”, apodo que arrastraba de los años en que vendía café en la puerta de Tribunales. Vecinos lo describieron como alguien callado, que vivía a su manera, muchas veces aislado por los mismos perros que criaba, y que incluso solía desaparecer por días sin dar explicaciones.

El fiscal Francisco Micheltorena, a cargo de la causa, explicó a la prensa que el estado de la vivienda y el comportamiento de los animales dificultaron el acceso a la escena. La casa estaba rodeada de basura y malezas, y los perros se mostraban dominantes, lo que hacía prácticamente imposible que alguien externo ingresara sin ser atacado.

La investigación contempla distintas hipótesis, incluida la posibilidad de un homicidio. Sin embargo, algunos indicios desalientan esa línea, ya que la presencia de los perros hacía muy difícil que alguien pudiera ingresar sin ser advertido. Balmaceda, que trabajaba como cartonero y mantenía poco contacto con su familia —solo hablaba de manera esporádica con una hermana que vive en Buenos Aires—, llevaba un estilo de vida muy particular.

El cuerpo fue hallado en avanzado estado de descomposición, lo que representa un desafío para los peritos. De todos modos, el fiscal aseguró que se agotarán todas las medidas necesarias para establecer cómo ocurrieron los hechos. Mientras tanto, los animales fueron puestos bajo resguardo.