Punto final para un hecho de sangre que, por poco, no terminó en una muerte violenta a eso de las 14,35 del 28 de julio de 2024 en una casa de la calle Pringles, en Villa del Carril, Capital. Ese día, un joven (por entonces de 22 años) resultaba gravemente herido de un disparo en el pecho, que lo tuvo en el área de cuidados intensivos por varios días. Según la investigación encarada por el fiscal, Sebastián Gómez, y la ayudante fiscal, Agostina Pérez (UFI de Delitos Especiales) el joven y dos tíos se habían amanecido consumiendo alcohol y drogas, hasta que ocurrió el balazo casi letal.

En esos días no fue posible obtener la versión de la víctima y los testimonios recabados hablaban de un supuesto ataque sexual a una tía por parte del joven herido, también de una brusca reacción de su tío al enterarse de esa confusa situación, previa al disparo. Por eso se sospechó que ese hombre, Alberto Salmuni, intentó matar a su pariente y portó ilegalmente un arma de fuego, que nunca apareció. Su hermano Juan Antonio, quedó en la mira por encubrimiento.

Ambos sospechosos negaron de plano su vinculación con un hecho criminal. Y el dueño de casa, Alberto, pasó unos días preso hasta que las pruebas comenzaron a esclarecer todo.

Una pericia de absorción atómica en las manos de los hermanos Salmuni reveló que no tenían los restos típicos de una desflagración por disparo de arma de fuego.

Pero fue la versión del propio joven baleado, lo que terminó por inclinar la balanza en favor de la inocencia de sus tíos: ‘Me apoyé el arma en el pecho y me gatillé entre 4 a 6 veces hasta que salió el disparo, mis tíos solo me quitaron el arma’, declaró el joven.

Luego explicó que se disparó porque su tío parecía no creer su versión, negando el supuesto manoseo a su tía. Además, declaró que no era la primera vez que se autoagredía.

Hoy, a pedido del fiscal Gómez, el juez del caso, Alberto Caballero, desligó con un sobreseimiento definitivo a los hermanos Salmuni.