-¿Cuál es el motivo de visitar las distintas provincias?

-Compartir la experiencia de 33 años de lucha, que sólo va a terminar cuando no tengamos vida. Nuestra historia es atinente a todos los argentinos, porque esto no pasó en un lugar determinado, pasó en toda la república y es algo que no hay que olvidar, que hay que escribir y que también ha pasado en San Juan. Eso habla de federalismo, pero también de unidad porque cada provincia tiene sus desaparecidos, sus historias y sus luchas propias.

-¿Por qué buscan encontrar a familiares de desaparecidos, incluso que a veces no quieren enfrentar esa realidad?

-Queremos encontrar los nietos por un derecho natural, porque es el hijo de la hija asesinada, y es el derecho de ese joven o esa joven que lo robaron en el momento de nacer, lo criaron con identidad falsa, con historias que no le corresponden, sin memoria de la realidad de su vida. Todo lo que hacemos las Abuelas es manifestarnos hacia la sociedad donde pueden estar estos chicos y con sus dudas ayudarlos a resolver el problema.

-¿Por qué no actúan junto a las Madres de Plaza de Mayo?

-Tenemos excelente relación con el grupo de Madres Línea Fundadora, con ellas y otros organismos marchamos juntos en manifestaciones, documentos, reclamos, pero cada organismo es autónomo y lo respetamos. No tenemos relación con la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, que es un grupo que en el "86 se separó por razones de funcionamiento, pero que respetamos. No nos relacionamos porque no compartimos las tácticas que utilizan para buscar la verdad y la Justicia.

-¿Qué tienen?

-Son distintas a las nuestras, nosotros vamos por un camino que no es el de ellas.

-¿Cuál es el futuro de su institución?

-Es seguir buscando, calculen que hemos encontrado 101 nietos pero todavía faltan 400. Y todavía faltan los 30.000 desaparecidos, que son los hijos de nuestras abuelas. Yo tuve el privilegio de que por la muerte de mi hija Laura, en el mismo día me fue entregado su cuerpo. Pero el resto está en la incertidumbre de qué pasó, si fue arrojado al mar, si lo mataron y está enterrado en una tumba colectiva, si lo quemaron. Es una historia muy siniestra y dura que hay que resolver. Faltan todavía cosas y ese camino mientras más hagamos, más rápido será todo.

-¿Cómo está actuando la Justicia en las causas de derechos humanos?

-Depende de dónde se realicen los juicios y con qué tribunal. Ahora se enjuició a Bignone en un juicio rápido, perfecto, que es lo que tendría que ser en todo el país. Pero lamentablemente en algunas ciudades hay jueces que demoran y perturban y hacen lugar a presentaciones indebidas. Se manejan con chicanas propias de los abogados. Podemos dar fe de muchos jueces que actúan muy bien y otros que no.

-¿Alguna vez sintió miedo por su tarea al frente de Abuelas?

-No. A mí me quisieron matar en una madrugada del 20 de septiembre de 2002, bombardearon prácticamente mi casa y no me tocó porque las balas me pasaban rozando y yo ni me daba cuenta. Pensé que era una garrafa. Y no es que sea valiente ni mucho menos. Simplemente no me dio miedo porque creo que a una madre que le asesinan una hija de 23 años a una le dan un gran orgullo y un valor. Nadie quiere morir, pero tampoco nos van a detener esos actos.

-¿El enfrentamiento entre la Presidenta y el vice forman parte de una crisis institucional?

-No, yo creo que se trata de una aberración. Que un vicepresidente, que aceptó el proyecto del Gobierno que lo puso en ese lugar lo traicione, creo que es aberrante. Creo que lo que hace Cobos es una traición y si hubiera tenido dignidad tendría que haberse retirado. Cuando uno no está conforme hay que irse. Se puede opinar diferente, pero no cuando se eligió ser parte de un proyecto. Los votos que lo llevaron a ese lugar fueron de esa otra fracción política, no de su partido. El fue acompañando un proyecto al que traicionó porque ahora es jefe de la oposición. No es presidente del Senado, es jefe de la oposición contra un Gobierno que lo puso en el lugar. Si eso no es traición entonces qué es.