La integración de las comisiones será este año, como el pasado, el primer escenario de confrontación entre oficialistas y opositores del Senado. Se trata nada menos que de una disputa por la distribución del poder en la Cámara alta y la posibilidad de hegemonizar el manejo de la agenda de temas que estará en discusión durante los meses previos a la elección presidencial de octubre.

El presidente del Frente para la Victoria, Miguel Pichetto, exigió una "revisión consensuada" de la composición de varias comisiones, y advirtió que si no había acuerdo planteará una votación en el recinto. "Queremos que nos devuelvan lo que nos quitaron en forma discrecional y arbitraria el año pasado; debemos llegar a un punto de equilibrio en el que se respeten las proporciones que tiene cada sector en la Cámara", afirmó.

El jefe de la bancada kirchnerista afirmó: "seguimos siendo el bloque mayoritario, como quedó demostrado en el último trimestre del año pasado. La integración de la cámara quedó modificada en el tramo final de las sesiones del año pasado y eso tiene que plasmarse en la composición de las comisiones".

Pichetto agregó: "la Cámara de Senadores tiene una paridad de fuerzas y una leve supremacía nuestra y eso tiene que expresarse en las comisiones. La oposición no puede seguir con el control de todas las comisiones, porque eso ya era contrario a la tradición parlamentaria, aún cuando todos creían que tenían quórum propio. Pero está claro que ese número no lo tienen".

Para los opositores, las aspiraciones de Pichetto y del oficialismo son irrelevantes. Gerardo Morales, presidente del bloque del radicalismo, y Rubén Giustiniani del socialismo coincidieron en expresar que por reglamento los senadores permanecen en las comisiones durante dos años. Ambos mencionaron en este sentido el artículo 93 del reglamento de la cámara que expresa: "los miembros de las comisiones permanentes duran en ellas hasta la próxima renovación del Senado, de no mediar su renuncia".

En esta primera aproximación pública al tema, Pichetto reclamó cambios en, por lo menos, tres comisiones consideradas de valor estratégico por la envergadura de los temas que analiza: Asuntos Constitucionales, Presupuesto y Hacienda y Acuerdos.

En las tres, el arco opositor obtuvo el año pasado nueve integrantes y el oficialismo sólo seis, con lo que el kirchnerismo no consiguió firmar dictamen mayoritario en ningún tema, salvo en los que contó con el apoyo de al menos dos senadores (para transformar el 6-9 en 8-7).

En marzo de 2010, los opositores que estaban convencidos de tener una mayoría de 37 legisladores, impuso una relación de 8-7 a su favor en las 25 comisiones del Senado. Sin embargo, la ausencia del ex presidente Carlos Menem en la sesión de distribución de ubicaciones, los dejó en 36 y sin posibilidad de deliberar por falta de quórum.

Menem, que se sentía desplazado a comisiones irrelevantes, negoció su integración a varias comisiones, entre ellas las tres que están ahora en disputa y volcó la correlación de miembros de 9 a 6. Pero las votaciones del riojano y los momentos que eligió para estar presente o ausente del recinto mostraron que, contrariamente a lo que podía esperarse, fue permeable y funcional a las aspiraciones del oficialismo.

El escenario de la primera batalla política en el Senado ya está prefigurado, con la oposición que buscará preservar sus ventajas detrás de los muros de su mayoría y el oficialismo que reclama diálogo primero, pero advierte que puede disponer un asalto. El oficialismo siempre encontró alguien que les abriera las puertas desde adentro de la ciudadela opositora, así que es probable que el choque político pueda resolverse sin demasiado escándalo. Aunque, claro, este es un año electoral y las negociaciones no serán fáciles.