La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, empezó ayer el último año de su mandato con bonanza económica y sin un rival opositor firme con vistas a las elecciones generales de octubre, en las que se espera que opte a la reelección.

La mandataria ha mantenido el control de su partido, el Justicialista, tradicionalmente tumultuoso en vísperas electorales, luego del fallecimiento de su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, quien cumplía esa tarea con puño de hierro. La muerte de Kirchner, en octubre pasado, a causa de un ataque al corazón, disparó la popularidad de la mandataria, pero al mismo tiempo la puso ante el desafío de encarar la estrategia electoral sin su "socio político de toda la vida", como ha dicho ella.

En la vereda de enfrente a un peronismo agazapado para definir a sus candidatos, la oposición aparece tan fragmentada como lo estaba antes de las elecciones legislativas de 2009, en las que formó alianzas que la llevaron a una victoria que dejó al oficialismo sin la plena mayoría que tenía en el Parlamento.

Aunque los analistas admiten que todo cálculo electoralista es prematuro, un sondeo de la consultora Equis acaba de indicar que la jefa del Estado cuenta con una amplia ventaja para las elecciones presidenciales de este año, al acaparar una intención de voto del 44 por ciento. El sondeo asegura que la opción "no sabe o no contesta" reúne al 15 por ciento del electorado y detrás vienen el jefe de Gobierno porteño, el conservador Mauricio Macri, con un 11,1 por ciento, y el diputado Ricardo Alfonsín, hijo del fallecido ex presidente Raúl Alfonsín, con un 6,1 por ciento.

Según Equis, señalada como afín al Gobierno, más lejos aún aparecen el ex presidente Eduardo Duhalde, uno de los popes peronistas disidentes, con una intención de voto del 5,3 por ciento, seguido por el vicepresidente argentino, Julio Cobos, quien se pasó a la oposición en 2008 y reúne el 4,8 por ciento.

Dentro de la Unión Cívica Radical (UCR), Alfonsín quiere definir candidaturas en marzo mientras que su rival Cobos opta por hacerlo en agosto, lo que le mantendría más tiempo en la Vicepresidencia del país. Macri busca mientras tanto sacar provecho del descontento de las capas medias y altas de la población con el "populismo" de Fernández de Kirchner y coquetea con peronistas disidentes.

A Duhalde le espera una dura disputa con otros dos dirigentes del peronismo disidente, los gobernadores de las provincias de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, y de Chubut, Mario Das Neves.

Mientras, Fernández de Kirchner mantiene silencio y se ha dedicado a fortalecer su relación con los poderosos intendentes peronistas del populoso conurbanos de Buenos Aires, bastión electoral de su partido.

Ante la maniobra opositora que impidió que el Parlamento aprobara el Presupuesto Nacional de 2011, Fernández de Kirchner prorrogó la pauta de este año y con ello se aseguró el manejo por decreto de millonarios fondos públicos, justamente lo que sus rivales querían evitar. La prórroga de la pauta presupuestaria, dictada por decreto presidencial, incluyó además el uso de 7.500 millones de dólares de las reservas del Banco Central para cancelar deudas públicas este año, algo que también rechazaba la oposición. "Si el Parlamento aprueba el Presupuesto de 2011, caducan los decretos de extensión del de 2010", afirmó el diputado Ricardo Gil Lavedra, de la UCR.

Pero los bloques opositores en el Parlamento sólo se han puesto de acuerdo en frenar el proyecto presupuestario gubernamental, al que rechazaron por considerar que los datos clave fueron calculados por debajo de lo posible, con lo cual el Gobierno se aseguraba el manejo discrecional de millonarios fondos excedentes.

Argentina cierra el 2010 con un crecimiento económico superior al 8 por ciento con la perspectiva de una mejora de por lo menos el 5,5 por ciento en 2011, pero la bonanza está amenazada por altos índices de inflación, advierten los expertos.