Desde que trascendió que era el titular de una de las claves que se usaban en el Arzobispado para hacer transferencias de dinero, estaba cantado que el vicario Román Becerra iba a ser llamado a declarar en la causa donde se investiga la desaparición de una jugosa suma de dinero de la entidad religiosa. El sacerdote compareció ayer como testigo y no sólo que aseguró que él no utilizaba la clave, sino que dijo que en realidad la manejaba el administrador. Sus dichos apuntan directamente al contador Juan Brozina, el exadministrador denunciado por derivar plata a su propia cuenta y quien a su vez acusó a monseñor Alfonso Delgado de ser el ideólogo de la maniobra.

Becerra es el número dos de la iglesia sanjuanina y el juez Benedicto Correa entiende que su testimonio podría ser clave, ya que para dilucidar la supuesta estafa hace falta primero determinar quién o quiénes accedían a las cuentas del Arzobispado. Al momento de los hechos, el cura tenía asignada una de las dos firmas digitales (cuenta) que se necesitan para sacar plata de la institución a través de una transferencia electrónica y la otra era propiedad de Brozina.

De acuerdo a la denuncia que hizo monseñor en febrero por el faltante de entre 500 y 700 mil, Brozina habría hecho transferencias a su cuenta para alzarse con la plata. Sin embargo, en una entrevista exclusiva con este diario, el contador negó esa maniobra y si bien reconoció que hacía giros a su cuenta bancaria, contó que fue por orden de Delgado para pagar gastos que no se podían blanquear. Incluso, dio a entender que la clave de Becerra la utilizaba el obispo.

Con todos esos antecedentes en el expediente judicial, el vicario estuvo ayer más de dos horas declarando ante el magistrado y aseguró que él no usaba la firma digital (clave) que tenía en el Arzobispado. Pero eso no fue todo porque, según fuentes calificadas, sostuvo que de hacer las transferencias de fondos se encargaba exclusivamente el administrador, es decir Brozina.

Que Becerra no era el que ponía su clave para los movimientos de recursos es un dato que sostienen tanto el Arzobispado como el mismo Brozina. Y la pregunta que surge es, ¿quién la usaba realmente?

Monseñor presentó pruebas en la Justicia sobre el presunto uso que Brozina hacía de la clave de Becerra. Bajo esa hipótesis el jefe de la Iglesia intenta demostrar que el exadminstrador que él denuncia no tenía ningún control y que podía mover el dinero por sí solo, abonando la línea de que fue por transferencias electrónicas que se llevó el faltante junto a Darío Tapia, el extesorero del Arzobispado y el otro denunciado por la supuesta estafa.

El exadministrador, por el contrario, descartó de plano haberse quedado con plata ajena y como prueba de ello, aseguró que para hacer las transferencias hacían falta las dos claves: la de él y la de Becerra. Al mismo tiempo, como las derivaciones a su cuenta existieron y para reafirmar que todo fue por la triangulación que le pidió monseñor, sugirió que era el obispo el que sabía y utilizaba la firma digital del vicario para autorizar esos giros.

Con sus declaraciones, la mano derecha de monseñor complicó al exadministrador. De hecho, cuando salió de declarar, una de sus pocas frases ante la prensa fue que “no le creo a Brozina”, al tiempo que alimentó el planteo de Delgado.

El revuelo entró en una fuerte escalada desde que DIARIO DE CUYO publicó el último domingo la entrevista con Brozina y ya copó varios medios nacionales. A todo lo anterior, el contador agregó que con el dinero que mandaba a su cuenta, “el obispo les daba ayuda a sacerdotes para tener apoyo en las decisiones” y que sería un escándalo saber el verdadero destino de esos fondos.

Delgado contestó ese mismo día. Aseguró que “cuando no se tiene las cosas muy limpias, el recurso es mentir, es inventar”. Además, sostuvo que “Brozina da manotazos de ahogado, miente e inventó una gran novela”.

El exadministrador prometió dar más detalles. Sería la semana que viene, cuando tiene previsto pedir una ampliación de indagatoria ante el juez.