Como en Diputados el último jueves, los opositores de la Cámara de Senadores cuestionarán en febrero la estructura de poder que los mantuvo en el segundo plano durante seis años y buscarán una redistribución que los favorezca para la etapa final del mandato de Cristina Kirchner.

Los primeros movimientos apuntan a cambiar los cargos políticos más importantes de la Cámara y la integración de las comisiones, en las que el oficialismo siempre tuvo la mitad más uno de los miembros, con lo que garantizaban, a veces con recursos extras, que los proyectos del Gobierno siempre llegaran al recinto en las condiciones requeridas por Olivos.

Igual que en Diputados, el oficialismo perdió la mayoría de los legisladores, pero a diferencia con la Cámara baja, la oposición no demostró que tiene la mitad más uno.

Los senadores explícitamente anti K suman ahora 35, la misma cantidad de que los que responden al kirchnerismo en la Cámara Alta. En esta situación de empate, los dos nuevos legisladores del PJ de La Pampa, Carlos Verna y María Igonet, quedan en condiciones de convertirse en árbitro del Senado, integrado por 72 legisladores.

Para la discusión que habrá en la última semana de febrero, la oposición deberá decidir si arremete contra la cúpula del Senado y pone jaque al presidente provisional, el kirchnerista José Pampuro.

El tema puede adquirir dramatismo institucional, porque si el cuerpo elige a un senador no K, la primera línea de la sucesión presidencial quedaría en manos de dos opositores: inicialmente el vicepresidente Julio Cobos y después, seguramente un radical, que de momento es el pampeano Juan Carlos Marino, actual vicepresidente primero del Senado.

Hasta el presente los opositores que se plantearon ir por la presidencia provisional, fueron el senador y ex gobernador salteño, Juan Carlos Romero, y quedó en el aire una advertencia del nuevo titular del bloque de la UCR, Gerardo Morales, quien en el fragor de la disputa por la reforma política, el 22 de noviembre, sostuvo que "después de que oficialismo rompe las últimas reglas y si no les interesa la opinión de las otras fuerzas, está todo en discusión".

La misma idea, pero más explícita, hizo pública el actual presidente del Comité Nacional del radicalismo, Ernesto Sanz, el mismo día, aunque desde esa fecha no hubo nuevos gestos en la misma dirección.

Mientras el vicepresidente Julio Cobos declaró el 30 de noviembre que no era conveniente disputar ese cargo ligado a los casos de acefalía presidencial.

La presidencia provisional del Senado y la mayoría en las comisiones serán los nuevos campos de batalla en los que se medirán un oficialismo que debe entender que concluyó su tiempo de hegemonía fácil y una oposición que aún debe aprender a elaborar acuerdos y respetarlos.