Mayor atención. Probablemente una de las internas que llamó más la atención fue la de Capital, donde compitieron Emilio Baistrocchi y Franco Aranda, ambos de excelente relación.

Una de las dudas que generaba esta elección en el ambiente político tanto del oficialismo como de la oposición, era la estrategia de abrir internas departamentales. Si había que cederle espacio al giojismo en Rawson, si era necesario gastar una bala importante en Capital o si valía la pena la boleta corta de Jorge Espejo en Iglesia, teniendo en cuenta el amplio apoyo que vienen logrando los hermanos Marinero desde hace tiempo, entre otras, eran las preguntas puertas adentro del frente Todos. Por el lado de Con Vos, muchos no hallaban explicaciones a la repentina aparición de la histórica Delia Pappano en Rivadavia o a la multitudinaria y desgastante competencia rawsina, donde compitieron cuatro precandidatos a intendente y casi los doblaron en votos. A la luz de los resultados, un poco más en el oficialismo y algo menos en la oposición, estas PASO han demostrado que la competencia interna suma, siempre y cuando luego trabajen todos juntos para la general, lo que suele ser un insoportable dolor de cabeza, reconocieron ayer en el oficialismo y en la oposición. Todo esto pensado desde un estricto análisis resultadista, porque en realidad las internas no se crearon para sumar votos solamente, nacieron para dirimir diferencias, algo que no se tuvo muy en cuenta en esta elección al menos.


Por cantidad de habitantes, por el peso de los actores o por la posibilidad de revertir resultados históricos, las internas de Rawson y Capital terminaron llevándose casi toda la atención. Para colmo en el departamento del Sur hubo lucha en el oficialismo y en la principal fuerza opositora, donde se animaron a habilitar la participación de cuatro precandidatos. En ese caso, el frente Todos obtuvo mayor rédito porque casi no hubo corte de boleta y Pablo García Nieto y Rubén García acabaron por empujar la figura de Sergio Uñac al 59 por ciento de votos, un número mayor incluso al promedio provincial. En cambio Marcelo Orrego debió conformarse con el 31%, unas décimas abajo de su promedio provincial. 


En el caso de Capital, habían riesgos de que Franco Aranda quedara abajo de Rodolfo Colombo, de Cambiemos, y por eso Uñac le sumó a Emilio Baistrocchi, quien terminó venciendo al actual jefe comunal. En este caso el peligro era mayúsculo, porque Colombo podía tener la suma de la mayoría de los actores de Cambiemos, quienes de alguna forma u otra aún conservan mayor apoyo en ese departamento que en otros. De hecho Aranda obtuvo 11.855 votos y el líder de Actuar 13.023. Es decir, si competían uno contra el otro, el oficialismo provincial hubiera obtenido menos sufragios que la oposición, lo que dejaba al frente oficialista al borde de la tragedia. 


El otro gran ejemplo es Caucete. Allí el peronismo abrió internas para tres precandidatos: Romina Rosas, Sonia Recabarren y Emilio Mendoza. En el mejor de los sueños, la concejal Rosas, que ganó la interna, debería alzarse con más del 60 por ciento de los sufragios, que es el total obtenido entre los tres. En el peronismo ya calculan que Mendoza no será de la partida y que la adhesión de Recabarren dependerá de la orden de José Luis Gioja. De igual forma, la carrera de la edil uñaquista es meteórica y ella sola podría vencer al jefe comunal Julián Gil, si es que en la general ambos obtienen más o menos los mismos votos que en las PASO del domingo: 7.164 ella y 4.566, él. Gil puso como su rival interno a Juan Carlos Vicente, pero ni siquiera esa suma le garantiza la victoria, ya que Vicente obtuvo sólo 873 adhesiones. Ahí evidentemente el oficialismo usó mejor la estrategia.


En el caso de Rivadavia, la buena gestión de Fabián Martín y la mala relación entre los peronistas pintaban un panorama sombrío para el frente Todos. Decidieron abrir internas y anotaron a Marcelo Delgado, Ruperto Godoy y Raúl Alonso, quienes entre los tres sumaron el 44 por ciento de las adhesiones, frente al 45 del actual jefe comunal. En la lectura fría de los números, se podría decir que solamente harían falta un par de coscorrones para alinear a los dirigentes de ese distrito, pero la historia condena bastante esa posibilidad. En Rivadavia hay varias líneas que casi nunca han respondido a un líder y hay posiciones y pensamientos algo irreconciliables que hacen difícil una comunión: Godoy y Delgado están diametralmente en puntas separadas de cualquier idea política, ambos lo han reconocido casi públicamente. En Rivadavia, dicen en el peronismo, valió el esfuerzo, pero reconocen que será muy difícil llegar al objetivo. 


En 9 de Julio, conducido por el basualdista Gustavo Núñez, el oficialismo abrió las primarias para sumar votos. En el caso de la oposición departamental, Todos puso a competir al actual diputado Eduardo Banega y al director de Políticas Alimentarias, Oscar Matamora. Ahí pasó lo mismo que en Caucete y Banega solo, tras los resultados del domingo, podría arrebatarle la intendencia a Núñez.


En resumen, los partidos y frentes han usado las internas para obtener votos y no para dirimir ideas, como indica la ley, aunque nadie podría decir que la estrategia que todos han usado se acerca a la ilegalidad.

Opinión

Ya no hay campañas milagrosas

Julio Turcumán
jturcuman@diariodecuyo.com.ar
DIARIO DE CUYO


Si hay algo que ha dejado claro esta elección es que los vecinos premian las buenas gestiones. Los intendentes que vienen trayendo buenas gestiones son los que no han tenido casi inconvenientes, pero del otro lado, quienes vienen teniendo problemas han recibido un revés. Para la primera hipótesis se puede mencionar a Chimbas, Rivadavia, Albardón, Santa Lucía, Pocito, Calingasta y Jáchal, entre otros. Para la segunda, lamentablemente, sobran los ejemplos: Capital, Caucete, 9 de Julio, Ullum, Iglesia, entre otros. Si bien una buena campaña electoral puede reforzar las cosas bien hechas y disimular las que no hay que mostrar, está claro que el vecino termina pensando el voto y actuando en consecuencia.


Me voy a tomar la libertad de elegir uno de los malos ejemplos, para ampliarlo: Iglesia. Ese departamento, liderado por los nefastos hermanos Marinero desde hace décadas, debería ser uno de los más ricos de la provincia y lamentablemente sigue teniendo casi los mismos problemas que tuvo desde antes que la minería desembarcara en sus montañas. Sólo el año pasado esa actividad les dejó más de ocho millones de dólares en regalías, dinero que la administración municipal entregó en becas y otros beneficios sin futuro. Los Marinero nunca fueron capaces de construir futuro y dilapidaron años de tiempo y pilas de dinero que hoy podrían poner a ese departamento entre los más pujantes de la provincia. 


Hasta hace poco los Marinero gozaban de la protección del Gobierno provincial, algo que aparentemente ha desaparecido. Ojalá que así haya sido. En definitiva, los vecinos de Iglesia han dado un salto de calidad que ojalá se confirme en la elección general del dos de junio.