Miguel Adolfo Zaldívar Larraín, nació el 13 de septiembre de 1943, es abogado y profesor de Derecho Político y Constitucional. Su hermano, Andrés Zaldívar, fue ministro de Eduardo Frei, y su otro hermano, Alberto, fue diputado.
Antes de dedicarse a la política fue campeón nacional de atletismo. Ya de "viejo" con más de 50 años intentó correr en una competencia del colegio de sus nietos: se cortó el tendón de Aquíles. Anduvo cerca de dos meses con muletas.
Se lo reconoce discreto y cuidadoso de su entorno más íntimo. Su hermano Andrés, con quien tuvo fuertes encontronazos dentro de la política interna de la Democracia Cristiana, ha dicho de la relación fraternal que “somos socios más que hermanos y sabemos diferenciar lo político de lo familiar”.
Como muestra de su dureza, basta recordar que en el caso de Tansantiago (la empresa de transporte público de Santiago de Chile, que fue centro de supuestos hechos de corrupción, que incluyeron nepotismo y tráfico de influencias y afectaron seriamente a la Concertación) votó en contra dos veces de su partido, suscribió un documento con la oposición y sostuvo en reiteradas ocasiones que desde el gobierno se “amparaba la corrupción” y era “una asociación ilícita”. Como consecuencia a fines del 2007 el tribunal supremo de la Democracia Cristiana lo expulsaba del partido.
Allegados a Zaldívar afirman que en el se hace carne como en nadie aquello de que “No existen los cadáveres políticos”.
Pero detrás de la dureza de sus discursos y planteamientos, Adolfo Zaldívar tiene una etapa de su vida que lo marcó para siempre. Por ser uno de los más pequeños de su extensa familia, en muchos períodos de su infancia fue criado por su nana, Juana Pardo.
En más de una oportunidad, reconoció que “dormía con ella” y que, además, “la acompañaba a su casa”, lugar donde vio por primera vez “la pobreza y las grandes carencias que existían en muchos lugares del país”.
“Me mostró otro Chile, el de los conventillos, de los cités de la Estación Central, de las casas con piso de tierra, con braseros. Olor a parafina en invierno. Olor a pobreza”, recordó recientemente.
Al fallecer la asesora del hogar, en los propios brazos de Zaldívar en marzo de 1965, indicó que sintió “el dolor más grande” de toda su vida, según propia confesión. Toda la sensibilidad social y el respeto hacia el esfuerzo de la mujer, fueron rasgos que adquirió y nunca olvidó tras haber “compartido muchos años con ella”.
"Mi madre siempre decía que si Juana hubiera tenido mejor educación habría sido una líder social muy importante. Era muy inteligente, una mujer excepcional que lo entregó todo. Yo la quise mucho", aseveró.
Hoy sería el nuevo Embajador chileno en la Argentina. Por su pasado y presente, parece estar lejos del depuesto o renunciante, según quien informe, Miguel Otero, que se fue tras los polémicos dichos en los que defendió a la dictadura de Augusto Pinochet.
"La mayor parte de Chile no sintió la dictadura. Al contrario, se sintió aliviada", había dicho en una entrevista, en la que agregó: "antes usted no podía comprar nada importado, tenía que pagar lo que se producía en Chile, caro y malo. De la noche a la mañana usted empezó a encontrar lo que no había. Ganó el pueblo", fueron sus últimas declaraciones como integrante del cuerpo diplomático trasandino.