La fría noche del miércoles último contrastaba con el caluroso homenaje que se rendía adentro del comité central de la Unión Cívica Radical (UCR) en la avenida Córdoba: ni bien se abría la puerta de vidrio repartido, aparecía la imagen ochentosa de los correligionarios que se saludaban con fuertes abrazos, apretones de mano y palmadas en la espalda. Adentro, el comentario obligado al inicio de cada conversación era el tiempo que hacía que en ese lugar no se veía tanta gente del radicalismo: ex radicales que se fueron y referentes de otros partidos políticos. Entre los tablones con empanadas y vino tinto, los senderos conducían al fondo del salón principal, debajo de un cuadro gigante de Hipólito Irigoyen y al costado de uno más chico de Arturo Illia, allí estaba el motivo de una movida de antaño en la UCR: don Héctor Miguel Seguí y sus flamantes 85 años que cumplió el domingo último.

Copa de vino en mano y con la misma actitud amistosa de toda su vida, aunque con el evidente peso de los años encima, don Héctor saludó afectuosamente a cada uno de los que fueron al homenaje que le organizó en el partido quien fuera su candidato a vice gobernador en 1987, Miguel Moragues.

Allí estaban el ex radical y líder de Actuar, el cobista Rodolfo Colombo; los ex radicales y actuales del GEN, Diego Seguí (hijo de don Héctor) y Marcelo Arancibia; el ex bloquista y líder del Grupo 1852, Miguel Arancibia; el encuestador Antonio De Tommaso; el presidente del partido Socialista, Gustavo Alborch; el ex intendente santaluceño y jefe del partido Alternativa Progresista, Vicente Mulet; y radicales que hacían años que no iban por el partido, como Antonio de la Torre (fue diputado provincial) y Sánchez Moragues, entre otros.

En el acto también estuvieron el actual presidente de la UCR, Salvador Mercado, y su vice, María Luisa Velasco; el ex presidente Fredy Marún y había una asistencia casi perfecta de los últimos militantes del radicalismo.

En la organización, asistiendo a la visita, hubo muchas caras jóvenes de chicos y chicas con aritos y piercing que integran la actual Juventud Radical.

Los más añosos recordaban cientos de anécdotas que les había ocurrido cuando militaban en la juventud o en las diferentes campañas. Y, entre comentario y comentario, las miradas se cruzaban entre los radicales que se quedaron tras las sucesivas derrotas, los que no volvieron y los que se fueron a militar en nuevos espacios políticos.

Sin embargo, nada opacó el homenaje a don Héctor. Salvo algunos comentarios por lo bajo a la hora de las fotos para este diario, que no pasaron de bromas ácidas tales como "a mí no me saqués con…". Pero después todos posaban juntos sin problemas.

Entre foto y foto, el bullicio del gentío hablando fue tapado por los acordes de la guitarra del profesor jachallero "El Pira" Salas, un viejo militante radical que entonó la clásica "Canción para un encuentro", de los Inti Huama. El verso "levantemos, nuestra copa, y brindemos…" emocionó a don Héctor, quien se vio visiblemente emocionado y se animó a entonar algunas estrofas, pese a la motricidad que le restó en el habla y en el caminar sus problemas neurológicos. Esos problemas que ya no le permiten andar solo, conducir un auto o subir al primer piso de su estudio jurídico, tal como lo hizo desde que llegó de Córdoba con el título de Abogado abajo del brazo, después de una carrera impecable de cinco años de estudios en la Docta.

Con alguna dificultad por todos esos años vividos, por lo cual su corazón le pasó factura y provocó que le tuvieran que instalar un marcapasos, don Héctor agradeció principalmente a su esposa, Amanda Baistrocchi, por haberlo acompañado toda la vida y haberle aguantado su intensa militancia que le sacó horas de familia por hacer eso que a él tanto le gustó toda su vida: hacer política. Sus primeros pasos los dio en el último año del Colegio Nacional Monseñor Pablo Cabrera, cuando un profesor lo llevó a sumarse a la vida política. Luego fue desde candidato a gobernador en el "66 en la época de Illia, candidato a senador en el "83 con el regreso a la democracia, hasta que llegó a ser diputado nacional desde el "89 al "93.

Y siempre lo hizo con un sello propio: el de mantener sus convicciones radicales y confrontar con quienes no pensaban igual que él, pero nunca traspasando el límite de perder la cortesía y el respeto. Eso le valió ser contrincante y amigo de los principales políticos sanjuaninos de los últimos años, como el caudillo bloquista Leopoldo Bravo o los justicialistas José Amadeo Conte Grand y el profesor Eloy Camus, con quien rivalizó en los años "70.

Tal vez por eso el miércoles en la noche hubo tantos políticos a los que no les importó el frío y se dieron una vuelta por la UCR para decir presentes en el homenaje a Héctor Miguel Seguí, un símbolo del radicalismo sanjuanino que volvió a llenar el comité como hacía años no recuerdan sus militantes.