Buenos Aires, 5 de febrero.- Llegó en un Mercedes-Benz E350 cupé color blanco. Bajó la ventanilla para anunciarse en el puesto de seguridad y dijo: “Hola, soy Susana”. El custodio no le preguntó su apellido. ¿Acaso hacía falta? Con una sonrisa amplia, los labios delineados en rojo tierra, los ojos apenas maquillados y un peinado batido, Susana Giménez se presentó el sábado 29 en la puerta del Hotel Fasano, junto con su amigo francés Vincent Scalis, para festejar su cumpleaños.
Antes de comenzar la fiesta, la diva bajó del auto y posó para los fotógrafos. “Estoy feliz, es un cumpleaños maravilloso, en familia”, dijo. Pero la fiesta recién comenzaba. Aunque veranea desde hace años en Punta del Este, ésta fue la primera vez que lo festejó en Uruguay. “Me di cuenta de que nunca había pasado mi cumpleaños acá. Además, en Miami no había nadie y mi familia está toda en Uruguay”, aclaró.
Cuando entró en el restaurante, todo construido en piedra, caminó derecho hacia la mesa que tenía reservada en la terraza. Vestía unas calzas negras de Pucci, un caftán de Cavalli y llevaba una cartera de Chanel. En la barra la esperaban su hija Mercedes Sarrabayrouse, su yerno Eduardo Celasco y su nieta Lucía, que llegó unos minutos antes. Por algún motivo, su nieto menor, Manuel Celasco, no estuvo presente en el festejo. Para matizar la espera, Mecha y Eduardo pidieron dos caipiroskas y Lucía chateó con amigos en su BlackBerry. La lista de invitados, muy reducida, se completó con la vestuarista y amiga de Susana Marcela Amado, que llegó junto con su marido.
Una vez en la mesa, lo primero que pidió Susana fue el vino. Esta vez no fue un Monchenot, etiqueta que bebe casi con exclusividad (incluso, lleva su propia botella cuando acude a una reunión). La diva eligió un Bourgogne Rouge 2006 que le recomendó el dueño del restaurante, Rogerio Fasano. “¡Y traelo rápido!”, ordenó al maître entre risas. Para comer, pidió la pesca del día: brótola sobre colchón de vegetales. Además, agua sin gas para acompañar. El resto de los invitados eligió platos muy variados: risotto al funghi, ojo de bife con papas, ravioles de muzzarella y un cordero con puré que se cocina durante siete horas.