|Revista Oh!|Neuroarquitectura/ Las claves de los espacios que invitan a la felicidad
Creación de espacios placenteros
Seguro que alguna vez has entrado a un edificio y has notado cómo cambia tu estado de ánimo, sin ser muy consciente de la razón. La arquitectura, además de moldear el espacio en el que habitamos, también influye en nuestras emociones. De manera involuntaria, nuestro cerebro capta las señales y los mensajes que le envía el entorno.
La neuroarquitectura es, básicamente, la aplicación de conceptos de la neurociencia al campo de la arquitectura, con el objetivo de establecer los aspectos que son importantes a la hora de diseñar los lugares que habitamos para favorecer nuestro bienestar. Aunque intuitivamente la creación de espacios que influyan en nuestro estado de ánimo siempre ha sido una de las bases de la arquitectura, la neuroarquitectura como tal no surge hasta mediados del siglo XX, cuando el biólogo Jonas Salk y el arquitecto Louis Kahn fundan el Instituto Salk. Kahn diseñó este complejo con la finalidad de que los espacios avivasen creatividad de los científicos allí presentes. Precisamente décadas más tarde, en 1998, dos neurocientíficos del Instituto, Fred H. Gage y Peter Eriksson, descubrieron que el cerebro humano es capaz de producir nuevas neuronas en algunos entornos estimulantes.
Si entras en un espacio blanco y diáfano seguramente te sientas más relajado que en un angosto pasillo oscuro. El entorno afecta a nuestras emociones, pensamientos y conductas, además de la funcionalidad, el diseño de espacios agradables para las personas que los habitan y transitan es cada vez más importante en la arquitectura moderna.
Elementos claves de la neuroarquitectura
La primera impresión que recibimos cuando entramos a cualquier estancia es a través de la vista. Nuestros ojos inmediatamente y de manera inconsciente analizan rápidamente algunas de sus características:
Iluminación: la luz es nuestro principal estímulo y el responsable del reloj biológico. Concretamente, la luz natural genera ambientes más amables que favorecen el bienestar y la concentración, además de relajar la mente.
Formas: las curvas y los contornos suaves nos transmiten relajación, armonía y fluidez. En cambio, las esquinas y los ángulos pronunciados o abruptos favorecen la aparición de sentimientos como el estrés y la ansiedad.
Espacios verdes: el hombre vivió durante millones de años en la naturaleza. Estar rodeados de plantas y espacios verdes activa nuestras hormonas de la felicidad y contribuye a la restauración de nuestros mecanismos cognitivos.
Colores: a pesar del famoso dicho “para gustos, colores” hay un gran consenso respecto a la psicología del color. Los colores cálidos como el rojo, amarillo y naranja provocan emociones distintas a los fríos, como el verde o el azul.
Materiales: los materiales naturales aportan cercanía y contribuyen al bienestar emocional y físico de las personas. Además, su textura y color son inalcanzables para cualquier alternativa artificial.
> Nace una rama en arquitectura
La arquitectura incide en múltiples aspectos de la vida humana. No en vano nuestra vida transcurre en su mayor parte dentro de los edificios. Así, esta disciplina no solamente se basa en la construcción de edificios y estudio de los distintos espacios, sino que es fundamental que el ser humano se encuentre cómodo en ellos. En este punto, surge la neuroarquitectura como concepto.
El interés de los arquitectos en lograr que la experiencia de los usuarios sea placentera y relajada se remonta a siglos atrás. Sin embargo, su constitución como ciencia es más reciente. Así, esta nueva rama de la arquitectura, en la que se trabaja mano a mano con científicos, busca entender cómo el entorno modifica nuestras emociones, pensamientos o conductas. En este sentido, está estrechamente ligada con la arquitectura sostenible. Y es que, como decía Sonia Hernández, de Arquitectura Sana, la neuroarquitectura desarrolla cómo afecta a nivel cognitivo el espacio construido. Por ello, los espacios naturales y sostenibles siempre resultarán más beneficiosos para nuestra salud y, por supuesto, para el medioambiente.
> La neurociencia
Es una de las disciplinas que se puso de moda en los últimos tiempos. Cada vez más rubros convocan a esta especialidad para mejorar sus resultados. Y, tanto el diseño exterior como interior de los espacios laborales, no están al margen de esta nueva tendencia. En ese sentido la neuroarquitectura investiga cuál es la influencia psicoemocional de los lugares en las personas poniendo en jaque a los arquitectos ante un gran desafío: la creación de sitios placenteros, que incentiven el bienestar, la felicidad y la productividad. “Arquitectos y neurocientíficos llevan más de una década trabajando interdisciplinariamente con el objetivo de diseñar edificios centrados en el funcionamiento del cerebro de sus ocupantes. De esta manera buscan fomentar el bienestar físico e intelectual, reduciendo el estrés y la ansiedad”. Víctor Feingold, CEO de Contract Workplaces, sostiene que la neuroarquitectura, disciplina de la que tanto se habla por estos días, está próxima a cumplir sus primeros 70 años de vida. Esto no es algo nuevo. Existe desde la década del 50. La neuroarquitectura investiga cuál es la influencia psicoemocional de los lugares en las personas poniendo en jaque a los arquitectos ante un gran desafío: la creación de sitios placenteros.
> Edificios más humanos
Se estima que las personas pasan dentro de edificios, más del 90 por ciento del tiempo que están despiertos durante el día, y la realidad es que muchos de ellos no están pensados y construidos para generar bienestar. “Sin duda uno de nuestros desafíos es trabajar en los criterios subjetivos a la hora realizar un proyecto. Estos aspectos podrían dividirse en estéticos y simbólicos. Hasta el momento esto respondía a criterios muy personales de cada cliente o cada arquitecto pero la neuroarquitectura plantea un nuevo escenario que nos obliga a preguntarle a los usuarios cómo es el espacio que desean tener”, explica Feingold. Para ello resultan fundamental la realización de entrevistas, encuestas y talleres. Espacios que permiten obtener valiosa información que luego puede ser utilizada para la proyección de los diseños. Hoy la neurociencia permite mapear el cerebro y entender que cosas se activan y qué lo estimulan. Y, a su vez conocer qué sucede cuando se interactúa con el entorno y qué sentimientos se experimenta en cada lugar. En otras palabras, el entorno puede generar en una persona un sentimiento de seguridad o ansiedad. Es por todo esto que el diseño del inmueble puede ayudar a potenciar la máxima performance de un equipo de trabajo. Dicho de otra forma, la neurociencia permite hacer más humana la arquitectura.
¿Es necesaria la privacidad del lugar de trabajo? ¿Cómo influye la luz en el rendimiento? ¿La altura de los techos en una oficina impacta en la creatividad? Los layouts ¿contribuyen en la sinergia entre los equipos o son inocuos?
Algunos estudios científicos realizados en los últimos años demuestran que las ventanas favorecen los escapes psicológicos. Es decir descansan la mente, permitiendo luego de “esos desvíos” volver a enfocar en el trabajo con el beneficio de una mejora en el rendimiento. “Quienes quieren favorecer el desempeño colaborativo y la sinergia entre el personal debe optar por layouts (que significa la palabra en inglés, esquema de distribución de los elementos dentro de un formato o un diseño) abiertos, pues este insta el encuentro de las miradas y a los cruces corporales”, aclara Feingold. Stange afirma que “los diseños en puntas y angulosos favorecen la aparición del estrés. Los espacios rectangulares disminuyen la sensación de encierro o masificación frente a los diseños cuadrados de una planta. Por otro lado, los lugares de trabajo donde se permite que los empleados los personalicen estimulan la creatividad y focalización”.