Sólo basta viajar imaginariamente a los “80 y “90 para volver a vibrar con Bersuit, La Renga, Los Piojos… y qué decir de Soda Stereo. Caen también en la bolsa de las añoranzas desde ZAS hasta La mancha de Rolando, pasando por GIT… y cuántas otras glorias, incluso setentosas. Y la duda ataca de golpe ¿Por qué un grupo que paladea el éxito, que maneja hordas de fans por todo el país y que goza de la chapa y del respeto de sus colegas, de repente -o no tanto- decide atomizarse? Intereses personales contrapuestos y la simple búsqueda de un espacio para el desarrollo de inquietudes artísticas distintas son las razones inmediatas, incluso esgrimidas por sus protagonistas, que conspiran contra el “hasta que la muerte los separe”. Del lado de las peleas hay que ubicar a los Redonditos y a la Bersuit, por ejemplo. El espacio propio quizás le cuadra más a Vicentico, que nunca habló de divorcio. Pero entre esos argumentos seguramente habrá muchos matices, insospechados, que quizás algún día salgan a la luz. O no.
