�Hace diez años, formaron para el izamiento de la Bandera, aunque los compañeros de Juniors lo notaron inquieto, vestido con un camperón poco habitual. Ingresaron al aula y Juniors ocupó el primer banco al lado de la puerta, cerca de su compañero Dante, con quien había trabado amistad, ya que compartían gustos musicales.
Mientras esperaban al profesor, Juniors se levantó, miró a la clase, volvió a su banco, extrajo el arma de su camperón y comenzó a disparar, ‘de derecha a izquierda, por eso los chicos que sufrieron la peor parte estaban sentados a la derecha del aula‘, dijo Rodrigo Torres, uno de los sobrevivientes.
‘Cuando salió la primera bala con Fede (Federico Ponce), con quienes éramos muy amigos, nos miramos y sonreímos, pero al escuchar el segundo disparo y ver el casquillo, nos tiramos al piso. A mí me impactaron dos balas en el tórax. Desde el suelo, alcancé a ver a Pablo Saldías que pestañeaba y al ver que vomitaba sangre me agarraron de atrás y salimos del aula‘, relató.
Rodrigo contó que en el pasillo lo vio a Dante que se arrojaba sobre Juniors preguntándole qué había hecho. ‘Vi al preceptor parado como una estatua hasta que el kiosquero de la escuela me agarró y me llevó al hospital, allí sí perdí el conocimiento‘. ‘Poder charlar con Juniors sería una pieza clave‘, reflexionó el joven. ‘Necesito saber qué quería hacer, si lo planificó, si nos tenía bronca. Personalmente descarto cualquier caso de bullying, a mí me habían hecho bromas más pesadas que a él. Lo que él le pasaba lo traía desde la casa‘, sostuvo. ‘A Juniors ya lo habían sacado dos o tres veces de la clase la gente del gabinete psicopedagógico. Nosotros lo veíamos como alguien raro, pero nos reíamos y no le prestábamos atención‘, aseguró.