Es común que a la RSE de una empresa se la asocie con las acciones filantrópicas de la misma, ya sea en beneficio de sus trabajadores y sus familias, en beneficio de alguna actividad en particular o de la comunidad en la que se asiente. En el uso común, el término filantropía se interpreta como una acción de “regalo” que, si bien es desinteresado, suele no tener seguimiento en el beneficio que otorga.

El debate es complejo, pero en realidad tiene que ver con una relación vinculada a la inversión social. Baltazar Caravedo Molinari, reconocido economista y sociólogo de Perú, considera a esta relación como “La motivación que se vincula con la obtención de beneficios tanto para la empresa como para la comunidad sobre la que se asienta. La inversión social es una acción un poco más compleja que la filantropía, dado que demanda el esfuerzo de plantear una visión que articule la labor de la empresa con el desarrollo de la comunidad”.

Desde este punto de vista resulta interesante la postura de las empresas al respecto, puesto que no consideran a la RSE como filantropía sino que la entienden en términos de una filosofía de trabajo y de valor estratégico alineado al negocio. En este sentido, las acciones no sólo se concentran en satisfacer al consumidor inmediato, sino que se preocupan por el bienestar de la comunidad con la que se involucran. “La RSE se basa en una acción filosóficamente filantrópica, pero va mucho más allá al sumar el compromiso de la empresa en lograr el beneficio específico de la comunidad a la que beneficia con sus acciones, involucrándose en forma directa en las acciones que implementa, dando seguimiento a las mismas hasta la consecución de los objetivos planteados”, dijo Alejandro Flores, de Yamana Gold.

Para Xstrata Copper, “la RSE no es filantropía sino un valor estratégico alineado al negocio para alcanzar el desarrollo sostenible de nuestras ventajas competitivas y modelo de generación de valor. Consideramos a la RSE como un proceso de involucramiento y fortalecimiento de las comunidades generando un círculo virtuoso que impulsa oportunidades de desarrollo para las mismas a la vez que suma valor para nuestra empresa y sus accionistas”, se detalló desde la empresa.

“Primero hay que aclarar que no es marketing empresario para decir `miren qué buenos que somos´, no es filantropía porque nosotros no le tenemos que regalar el pescado sino enseñarles a pescar”, expresó Carlos Sola, de ATA.

En virtud de lo expresado por las fuentes, resulta evidente el nuevo rol que tanto mineras como proveedores cumplen dentro de la sociedad y, en este marco, es la RSE (Desarrollo Sostenible o Responsabilidad Social Corporativa, según las acepciones de los entrevistados) la herramienta que les permite concretar acciones de cambio dentro de la misma. Para obtener utilidades y proyectar su supervivencia en el mediano y largo plazo, la empresa no puede mantenerse ajena a la realidad social. Así las cosas, la RSE dejará de ser un acto de buena voluntad por parte de las empresas para convertirse en el eje vital de su competitividad.